Seducidos por lo novedoso y también lo sutil que tiene eso de
obtener energía continuamente pa mantener activo y contento lo que para
cada uno de los humanos debería ser la primera maravilla del mundo, su
cuerpo, hoy he participado en una incursión gastronómica tipo menú
básico en el recién inaugurado Restaurant OBEN.
Es bueno saber que hubo en el lugar un antecesor de culto
econutritivo, Commebio dispuso durante gloriosos días y para el que
escribe uno de los buffet más apetitosos y seductores a buen precio de
los habidos en la ciudad.
Con renovada decoración el lugar sirve ahora para lo mismo, nutrirse
con criterios de calidad alimentaria 100% ecológica y eso es bueno para
la tierra, para la economía, para la sostenibilidad y para mi cuerpo
serrano, oleee. Y debe ser bueno para los pioneros de Veritas,
la primera cadena de supermercados ecológicos de la city (4000
productos disponibles y oferta panadera interesante) y también ya de
restaurants como el de hoy (2 en total y uno de la periferia).
Así reza el mantel de papel que colocan sobre una hermosa mesa con
tabla de madera en el lugar: el primer restaurant con todos los platos
100% ecológicos de Barcelona, algo que me parece atrevido, porque creo
que hay más de tres que ya llevan tiempo en ello. Por cierto, que llevo
ya unos días comenzando tímidamente a rechazar mantelito y servilleta
de papel como mi pequeña contribución energética en reducción de huella
ecológica en el apartado ahorro personal de recursos no del todo
necesarios. Hoy no me he atrevido a sacarlo y es que soy un cortaillo,
pero eso si, a la servilleta, mínimo tres usos le esperan.
Por 9,95 euros, 1 euro por encima de la media que dedico cuando no
hay sol y mucho tiempo (sino cocina solar al canto) a las labores
energéticas básicas, nos hemos sumergido en eso de comer bueno,
agradable y elegante. Eso si, el susto me lo he dao cuando en la
carta he leído la invitación a comerme el mundo, que en parte es
cierta, porque una parte del mundo que fue vivo me lo zanpo para seguir
estándolo yo. Y esa parte del mundo que he comido pues ha salido de la
abundante oferta de opciones de la carta del menú que ofrecen en el
lugar, donde el aceite empleado en frituras es siempre de oliva
extravirgen procedente de la agricultura sin venenos, oro de los
árboles. Un delicioso pastel de escalibada y un pecadillo carnicol
con judías han sido los elegidos (es amplia la oferta de proteína
animal, y a los pescaos le colocan el innovador adjetivo de salvajes),
regado con un ecovino ecodivino de la zona y un postre de creppe de
chocolate a la tal y cual, todo servido en unos platos enormes que
aparentemente le dan a las viandas la sensación de poco para el apetito
arrastrado en esas horas del día. Los platos que son especialmente poco
abundantes y suaves los marcan como ligeros en la carta.
Y como el día ha sido especial, me he despachao un café solidario
endulzado con innovador sobrecillo de azúcar morena, por supuesto
procedente de la ecoagricutura.
Por cierto, la zona de fumadores poco habitada estaba, la
iluminación parece de bajo consumo y un hermoso parking de bicicletas a
las puertas del templo eco gastronómico permite acercarse limpiamente
al sitio preparando la demanda energética un poco más movida que si se
llega a saludable patita. Y puede ir bien la visita si además precisas
de ir a ecosúper, pues pared con pared te encuentras con uno de los
siete supermercados que tiene la cadena en BCN.
Aquello de que me comiera el mundo me ha servido para hacer una
aproximación rápida al balance de la huella ecológica de lo que
me he papeao hoy. He hecho una rápida contabilidad basada en supuestos,
el pastel de escalibada tenia pimientos que igual han llegado desde
Murcia, quizás también las cebollas y las berenjenas. La patata
pongamos que ha llegao de Lleida, y las anchoas espero que hallan sido
del mediterráneo y el toque de manzana, mejor que sea leridana. La
butifarra (una al año) podría ser de cerdos bien nutridos en el norte
de la península o mejor en tierras no muy lejanas de la plana de VIC
(donde hay un cerdo por catalán de media). Cuelo aquí porque lo he
visto que la carne ecológica Argentina llega por avión a Madrid para
deleite de irresponsables comensales, menos mal que en OBEN no es el
caso. Oye, si no lo conoces mirate The Meatrix, el mundo real de la
producción en granjas industriales de animales. Las judías, mejor que
fueran de Girona, pero puede que sean gallegas. El aceite de oliva,
vete a saber, puede llegar del sur o con suerte de tierras
tarraconenses. Las harinas mejor que sean de aquí cerca, pero en la
meseta abundan, como es sabido, los cereales. Los huevos de gallinas
felices, podrían ser de alguno de los productores más cercanos, que no
hay muchos, sabiendo que las aves se alimentan con cereales también
producidos no muy lejos de lugar de la puesta. El azúcar llega de los
trópicos pasando por Francia, y también de esas tierras el cacao para
el chocolate y el café, ósea que lujillos ambientales los míos hoy.
¡Cuantas geografías, cuanta distancia, cuanta energía, cuanto impacto
por unos platos de comida¡, algún precio pagamos, creo que más alto de
lo ideal, por ser la mayoría comensales multigeográficos globalizados.
Se que en Norteamérica son muy apreciados las innovadoras casas de
comida que ofrecen platos donde casi la totalidad de las viandas
procede de nos más de 100 millas o más o menos 150 km a la redonda. Una
parte de la decoración muestra las fincas proveedoras con el retrato
del y en la carta si que podrían poner comete lo que esta cerca
de ti en este mundo, come además lo justo y quítale petróleo a tu dieta
apoyando la economía local. Esto si que es una restauración más
ecológica y más ligera y como me gustaría disfrutármela en plan menú.
OBEN es un lugar de comidas que si estas por la zona (frente al
casco antiguo de la ciudad) no debes perderte, eso sí, cómete lo mínimo
de este mundo y que te aproveche.
Ecositios 1: Vegetalia Eco Slow Food Ecositios 2: Parque experimental de Sotavento
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