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Hoy
ha llegado el nuevo grupo de compañeros de convivencia. Yo como soy
veterano y tengo tomado el lugar me desenvuelvo con tranquilidad. Pero
me doy cuenta que a muchos de ellos se les nota el impacto de ser
recién llegado a un espacio nuevo, algo especial, donde ya hay gente
que no conoces pero que sabes que vas a conocer de forma intensa a
partir de ese momento.
Miradas, comentarios clásicos y bienvenidas han formado parte de la
mañana, durante la que hemos puesto en perfecto estado de revista los
espacios de la obra para que todos estemos un poco más a gusto en ese
lugar que nos va a ocupar nuestro valioso tiempo a cambio de un intenso
y ameno trabajo de constructores de realidades.
Ricard e Isel, los cuidadores del lugar, han preparado el mismo punto
que para el primer grupo. Alrededor de un paracaídas reciclado abierto
que al llenarse de viento se convierte en corazón eólico que conecta al
grupo a su entorno y con este permite jugar a conocer nombres y
presencias. Es realmente emocionante el cómo con los brazos de cada
uno, cooperando, se puede llegar a levantar y generar una armoniosa
precipitación que puede sorprender y que sin duda transforma el espacio
y el tiempo compartido en algo especial.
Después de conocernos nombres y motivaciones de cada uno de los que
estamos listos para compartir y convivir, hemos procedido al recorrido
por el espacio con primera parada entre los membrilleros de la finca
donde la mayoría ha asentado su tienda casa para los próximos 10 días.
Se entiende que es el contacto del cuerpo con la tierra un gesto básico
y simbólico para adentrarse en el emocionante campo de la vida simple,
es por esto que aquí se comienza por plantarse en la tierra. Entre los
frutales más abundantes de la finca, Ricard con azadón en mano ha
ilustrado muy visualmente sobre las bondades de cabar un buen agujero
en la tierra de unos 20 cm de profundidad, a la vez que ha señalado el
punto de abastecimiento del papel higiénico libre de cloro y ha dado
todas las instrucciones para hacerse un virtuoso cagador en el campo.
El WC compostero de la finca esta tocando a la vivienda donde el
descanso a partir de la 10 de la noche es obligado y vital para alguna
de las personas del proyecto, por lo tanto, si hay un apretón o
necesidad entre esa hora y las nueve de la mañana, todos tenemos la
oportunidad de cagar con elegancia y mínimo impacto entre hermosos
frutales, además a la luz de las estrellas, dejando nuestra aportación
de fertilidad, la que un día salió en parte de esas mismas fábricas
naturales de energía, y que retornamos de la forma más natural y
ecológica posible.
La primera construcción con balas de paja, fue obra de los
ecocolonizadores del lugar hace ya más de 12 años y a la que pusieron
su buen hacer en ello. Esta ha sido la siguiente parada del recorrido
de bienvenida. Hay dos formas de intuir que uno se encuentra delante
una construcción pajera, una fijarse en su orgánicas paredes que jamás
han conocido la línea recta y la otras más directa, acercarse al
registro que todo ecoconstructor deja para que se vea que en el
interior del muro, solo hay recurso solar.
Entre frutales y vides hacemos un repaso rápido por la sección de las
baterías solar cocineras, donde 4 parabólicas Ksol y algún horno están
siempre buscando el sol gracias a los meneos de habilidosos noveles
cocineros solares. El ingenioso helióstato manual que permite mover el
campo fotovoltaicos que alimenta de limpia energía la finca, cada vez
que me lo miro y me lo cuentan, me sorprende más. Más abajo, el refuerzo
energético cedido por las amistades de 4 preciosas placas de
silicio monocristalino convierten la central energética en una belleza
que a lo lejos distingue la casa de todas las de los alrededores. Desde
ahora, a diario todos seguro esperamos que el hermano Sol nos envíe su
energía luminosa para que se conviertan en un montón de fotones
necesarios y valiosos vatios de energía eléctrica.
En el huerto, se me ha subido el delirio al ver los girasoles que hace
dos semanas no sabia distinguir desde lejos, y de los cuales pensé que
eran judías. Hoy estaban abiertos como soles, he flipao cómo de fértil
es la naturaleza y cómo de imperdonable mi falta de cultura rural.
La visita a la construcción ha dejao embobao a más de uno, y de los que
han venido especialmente por vivir la obra, han comentao que no
esperaban tanto hecho. Tras el corto vacío la llegada de todos estos
nuevos compañeros de convivencia al lugar ha vuelto a llenar de energía
esta experiencia solar constructora que se alzará fruto de una
experiencia de cooperación humana y buenas energías de todas y todos
los que han y van a participar en los próximos días.
Como cada día, me he subido al chopo para tener a vista de pajarillo el
crecimiento de la creación de Llum de Sol, ese espacio de enseñanza y
genuina práctica en Bioconstrucción donde 15 pares de manos y el mismo
número de corazones dejaron hace unos días el fruto de su presencia,
obsequio de su bondad para un proyecto social. Y donde más o menos el
mismo número de miembros de compañeros de especie, a partir de mañana,
pondrán su ilusión por continuar construyendo activamente algo útil y
bello, pequeño pero hermoso, en un lugar perdido de este finito planeta.
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