La importancia de medir las cosas




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La importancia de medir las cosas

09122005 contador electrico
09122005 central termica

1. Medir, medir, medir...KWh
2. 500.000 ciudadanos responsables más, una central térmica menos
3. Manual para la felicidad humana responsable


Me encontré hace un tiempo navegando por el mundo virtual unas reflexiones entorno al conocimiento que muchos tenemos sobre las unidades de medida de la energía y los recursos. En las facturas de electricidad te encuentras con kilovatios por aquí, kilovatios por allá. En el discurso energético, tantos megavatios van y vienen en centrales productoras de energía, ya sean las nadas deseadas sucias, ahora mayoritarias o las deseadas como limpias y renovables, que van llegando. Lo mismo pasa con el gas natural, metros cúbicos que en volumen te lo imaginas pero yo por lo menos no voy mucho más allá.

Hablamos mucho de los valores energéticos pero la percepción física del volumen como entrega de fuerza o potencia no tiene un camino más clarificador. Por eso  creo yo que lo mejor es compararlos con actividades humanas cotidianas.
Por ejemplo, se estima que una unidad familiar consume de media unos 3200 kWh al año o lo que es lo mismo, casi 9 kWh al día. Y claro, estos kilowatios generados en térmicas de gas, carbón o sucia nuclear tienen un alto precio ambiental.
Unos datos que me han ayudado a ser más consciente en el uso de la energía son los de la combustión o sea, las emisiones en gases residuales de quemar gas natural para la obtención de energía en una central eléctrica. Así, por ejemplo,  una central térmica de gas natural emite aproximadamente 500 gramos de CO2 por cada kWh producido, el petróleo 700 gramos por kWh y el carbón 900 gramos por kWh (aquí creo que no se incluye la eficiencia de las centrales, porque tendríamos que multiplicar por casi dos el gas, y los demas ni cuento). Es bueno saber que como no nos aplicamos colectivamente en el uso más eficiente de la energía, ahora hay más de 60 proyectos de ampliaciones y nuevas centrales térmicas de gas esturreadas por la península. Por su parte el lobby nuclear anda contento argumentando que hay motivos suficientes para aplazar el cierre de sus arriesgadas centrales. Mientras, la economía solar anda a la espera, y una sociedad que podría caminar contenta y sobrada de energía renovable y limpia, anda ahora muy atareada con otros mil temas.

Hay un dato que cada vez suena más, es el de con cuanto contribuimos en emisiones por cabeza (per capita) cada residente en el Estado. En España, la media son 8 toneladas de CO2 por año. Es decir que como privilegiados usuarios de energía en forma de electricidad generada con combustibles fósiles, o nucleares (que cuestan mucho CO2 también) o en la gasolina que nos mueve (ya sea en transporte publico que es mucho mejor que el privado) o en recursos y energía concentrada como cualquier producto que nos rodea (botellas, ropa, alimentos, etc.), todo conlleva acumular gases de efecto invernadero. Si hacemos cuentas generales veremos cual es la media de nuestra contribución al cambio climático acelerado y todo lo que este nos depara.

Aquí te lanzo algunos datos que tienen que ver con nuestras vidas cotidianas y lo que una unidad de esos valores energéticos tan escuchados pueden hacer por nosotros. Van bien para apreciar lo que y para que vale un peine energético.

Todo lo que nos puede entregar en servicios energéticos un nombrado kWh, que equivale a la energía producida o consumida por una potencia de un kilovatio (1000 vatios) durante 1 hora, podría ser esto: 
afeitarnos con maquinilla eléctrica 1200 veces, más o menos durante 3 años; o cortar en rebanadas unos 100 panes usando un cuchillo eléctrico, o
secarnos el pelo 15 veces  o ver durante 4 tardes la TV o disfrutarnos el escuchar 15 CDs de buena música, o mantener activo un pequeño refrigerador durante 24 horas o calentar unos 20 platos de comida en el microondas, o taladrar 250 agujeros en la pared, o disponer durante 4 noches de 4 horas de iluminación con una bombilla incandescente de 60 W o lo mejor y más eficiente, hacer lo mismo durante 20 noches con una bombilla eficiente de 11 vatios.
 
Y anda, mira lo que puede entregar un metro cúbico de gas natural traído desde Argelia:
una hora calentando en un día fresquito la habitación, o nos da para lavarnos las manos 50 veces, o para limpiar los platos 6 veces, o para darnos 3 duchas con agua calentita, quizás 4 si somos más eficaces, o para elaborar 6 comidas calientes o el lujo de darse un baño relajante.

Aprovechando la coyuntura de estas semanas próximas e incluso planteándome reducir un poco el nivel de dopping energético personal, me he propuesto aumentar mi reducción de emisiones, o lo que es paralelo, bajar mi consumo de kWh por lo menos en un 30%. Vivir la vida simple y activa, más bicicleta, más comida fresca, menos destinos lejanos y más intensidades cercanas, más abrigo y más infusiones, cero consumo de cosas que sirven para poco, están ya en mi lista de preferentes. Ahora sólo pienso en todos los recursos y energía, kilovatios y residuos, emisiones y contaminación que no generaré y que no producirá el sistema, en esa mínima dosis de menos en el calentamiento global del planeta y todo esto sin perder felicidad. Es ese espacio de tierra que no necesitará ser tocado para mí. Es ciertamente un alivio para el alma, en definitiva,  aumentando la dosis de la dicha y los gozos de eso que siempre es pequeño y siempre es hermoso.

Por cierto amig@, que tengas un feliz y sostenible invierno.



¿Por qué este diario?



Modificado
09/02/2017

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