|
|
La noticia podría parecer uno verdadero
hito: a las 10.29 horas del día 27 de abril 2005, el Airbus A380, el
nuevo gigante del aire, despegó del aeropuerto de Toulouse-Blagnac en
su primer vuelo de pruebas. El avión estuvo en el aire casi cuatro
horas en las que realizó un recorrido por el sudoeste de Francia. Tras
varios años de investigación, ésta apuesta aeronáutica europea
millonaria levantó el vuelo. Unos 10.700 millones de euros se han
destinado en la última década al diseño y construcción del nuevo
transatlántico de los aires y unos 6.000 ingenieros han participado en
el proyecto técnico, científico e industrial. Dicen que su ingeniero de
pruebas se maravilló que un pajarraco de 421 toneladas se manejara con
la facilidad de una bicicleta. El primer A380 que llevará pasajeros lo
hará el próximo año después que haya sido probado suficientemente.
Resulta increíble que AIRBUS ya haya recibido pedidos para 154 aviones
por valor de 42.000 millones de euros de quince compañías aéreas y
algunas de transporte de mercancías.
Un dato importante de este
gigante de los aires es que el aparato, que está concebido para
transportar de 480 a más de 800 pasajeros, (según las configuraciones),
unos 555 en su versión estándar y con capacidad para
310.000 litros de queroseno. Sin embargo, se asegura que el
A380 consume 3 litros de carburante por pasajero y por cada 100
kilómetros recorridos (menos que mi viejo Micra si viajo sólo).
Aseguran que el A380 aportará una reducción de hasta un 50% en el
consumo de carburante y de generación de ruido que los aviones
actuales. En fin, que volar va a ser un chollo. Pero precisamente,
mientras todo esto acontecía yo añadía algo de huella ecológica a mi
vida teniendo que volar de Madrid a Barcelona. Quien lea este diario ya
sabe que mi forma preferida de viajar entre ambas capitales es con el
Tren Hotel nocturno, pero aunque la ida la hice de esta forma la vuelta
se me quedó en el aire...
Llego al aeropuerto 31 minutos antes
que salga el avión. Me dan el billete porque no llevo equipaje. Me
largo volao a la puerta de embarque no sin antes medio desnudarme para
pasar los controles de seguridad. Creo que en el futuro deberíamos
volar en pelotas y así la seguridad en vuelo sería total. El embarque
se hace con lentitud pasmosa, pero los aeropuertos son vivos ejemplos
de organización redundante para perder tiempo, y claro a la hora del supuesto despegue todavía no está todo
preparado. Finalmente despegamos. Me lo paso en grande oteando por la
ventanilla nuestra geografía. Hace un día fantástico y no pierdo
detalle. Llegamos a Barcelona en 45 minutos... Seguro que nos ha
empujado el viento. Tomamos tierra en la llamada Tercera Pista. La
polémica Tercera Pista tiene una longitud de 2.660 metros y una
anchura de 60 metros. Las obras han durado dos años y han supuesto una
inversión de 320 millones de euros. Esta pista está situada en paralelo
a la primera -la principal- a una distancia de 1.350 metros. Entre
medio de ambas deberá haber una terminal nueva pero no antes del 2007
que valdrá la torta de más de 2.000 millones de euros. Eso sí, dicen
que con la tercera pista y la nueva
terminal sur, se podrá doblar la actual capacidad y pasar de 20 a 40
millones de pasajeros, y con posibilidad de llegar hasta los 55
millones anuales. No quiero ni imaginar la huella ecológica y la
cantidad de emisiones tóxicas que supone tanto viaje En fin que
mientras me acuerdo de todas estas cifras, nuestro avión que ya ha
tomado tierra ha comenzao un singular paseo volando arrás de suelo que
hasta llegar el finguer nos lo han disfrutao con 20 minutos, reloj en
mano. En otras palabras, recorrer 600 km han sido 45 minutos y para apenas 1,5 km la mitad de tiempo.
En fin. no hay duda que el
sueño de volar en los humanos está acompañado en nuestro país de
pesadillas. Porque resulta que además esta Tercera Pista se ha
construído sin atender a los mínimos ambientales, y ahora
para que los vecinos afectados no protesten, su uso es anecdótico,
aunque a mí con alegría me han volao 20 minutos arrás de suelo como
si de una feria de atracciones de lujo se tratara.
Volar no es
nada ambiental, pero si además se hace de forma incongruente todavía
más. El ave que vuela bajo, este tren de alta velocidad todavía
inacabado nunca podrá ser una alternativa al avión pues el
anterior Gobierno ya lo encargó a empresas que no tenían ni idea para
que hiceran una chapuza. En cualquier caso, entre el dinero del AVE y
de la Tercera Pista se podrían tener más infraestructuras telefónicas
para que se pudieran generalizar las videoconferencias y se ahorrara un
montón de emisiones tóxicas a la atmosfera; que por cierto, ya superan
en tres veces lo permitido por el Protocolo de Kioto.
| |