El agua, bendita aquí como es casi tantos sitios, llega desde el Canal de Urgell, (+info en catalán y en castellano)
obra humana apasionante tipo pirámides pero en plan gran zanja y
canalizaciones, que trae desde hace decenas de años, el líquido vital
hasta la balsa de la finca. El domingo tocaba turno y a la, yo en la
compuerta de entrada desviado el caudal hasta su sediento destino. He
flipao pepinos esperando ver como la cabeza acuática se desplazaba por
la mínima pendiente poco a poco, 100 metros han costao 5 minutos. De
aquí a la entrada principal de la balsa otros tantos minutos y un
caudal de muchos litros de agua comenzó a llenar la balsa que
suministra todo el riego de los campos y huerto, del sistema de filtro
para agua potable de las infraestructuras y hasta la energía eléctrica
en días nublados desde una original central mini hidráulica ingeniosa
como pocas.
Aquí, el agua tiene valor elevado, es querida y
apreciada, es vital como en todos sitios, aquí se le agradece
continuamente su servicio bondadoso. En este lugar se siguen los
orígenes de las cosas naturales, participas en ellos, eres parte de la
autoproducción como un grajero que recoge todos los bienes naturales
que están a su alcance y participa directamente en su gestión. En
la balsa, los patos graznando como de alegría, chapoteando y
revoloteando, tienen al lugar como su reino. Es flipante observar como
flirtean y copulan, dormitan, se asean... Me cuentan los lugareños que
cuando la balsa se hiela, día y noche se van turnando los ánades para
mantener un círculo acuático abierto que es la mejor seguridad que
pueden tener ante los depredadores. Todo aquí, todo tiene un sentido
práctico, primigenio, rudo pero al mismo tiempo vital y asombroso.
Me
ha tocao hacer labores de limpieza en la peculiar construcción de balas
de paja de la finca, que ya anda cerrando la cubierta verde, innovadora
y sugerente y a la que según sus animadores constructores le quedan
unos 8 meses de laboreo chino chano para que esté a disposición un
habitáculo rural que ya dá y seguirá dando que hablar animosas
ecocharlas. Los atardeceres con el sol cayendo y mandando su pureza
luminosa desde el oeste deja tonalidades doradas sorprendentes y como
mágicas. Si te interesa el tema puedes conocer detalles de cómo se
gesta esta experiencia bioconstructiva desde el pasado agosto. Por
cierto, existe una programación primaveral de talleres activos de
diversas de las fases de construcción ecológica que quizás puedan
interesarte, si lo precisas, puedes infórmate aquí.
Ha sido
placentero volver a estar tocando una de las experiencias mas
transformadoras de las que he participado este año. Si sientes interés
por saber más, puedes mirarte estos diarios del pasado agosto, Acabo el primer turno de un sueño veraniego; Entre membrilleros, corazones abiertos a la Tierra y ¡¡Madre Naturaleza y hermanos Árboles, gracias!!
He
echado estos días mano de la leña, biomasa de la buena, restos de la
construcción pajero maderera y restos de podas de buena encina local, y
eso sí, rodaje de indio estufero ha sido lo mío. Después de meter
mecha, todo un placer térmico disfrutón me ha ayudado a bregar, caída
la tarde, con la señal Wi FI y su transformación en bits de información
que permite al lugar conectarse con el mundo mundial en red. Algo
realmente transformador y de gran ayuda para las personas que han
decido alejarse del exceso de información habitual y centrarse en sus
preferencias.
Es aquí, en este lugar, donde las potencias que ofrece la red
global, a pesar de que la señal no permite volar a alta velocidad
todavía, donde es más fácil percatarse del valor social de la mayor
revolución de la historia de la comunicación humana, que no para de
rediseñarse y que me sorprende día a día con las nuevas posibilidades
que ofrece la tecnovirtualidad hecha por humanos. Me pregunto que
pasará con una especie de la cual cada uno de sus miembros, de momento
una parte minoritaria y afortunada, pero sin duda con el tiempo en la
red caerán todos, como será el futuro cercano. Llego a imaginar que
cada vez será más sencillo por menos aislado, estar en lugares como Mas
Lluerna, cuidando pequeñas porciones de bienes naturales, sacando de la
tierra lo justo, accediendo a todo lo necesario desde el prisma de
vidas más simples pero inevitablemente más tecnológicas y conociendo
quizás que la tierra tiene límites conocidos y que puede albergar a una
especie exigente que deberá revolucionar su convivencia solidaria
con el resto de especies que pululan junta a ella y por supuesto con la
gran porción de humanos que precisan con urgencia inusitada del respeto
y la solidaridad verdadera de la otra parte. No dudo que esto será más
emocionante de lo que ahora podemos imaginar, pero al mismo tiempo sé y
he sentido, que no es lo mismo hablar y conocer de modelos de vida
sostenibles que ser activista de ellos cada día y evolucionar en ellos.
Parte I y parte III
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