Siempre
que ando por lugares novedosos me planteo sacarle a la mañana un rato y
ponerme a correr por ellos. No siempre la mente y el cuerpo se ponen de
acuerdo, pero hoy con la bici ha sido todo más llevadero. Me he pegao
media hora dale que dale tomándole el pulso a una parte de la geografía
urbana de la ciudad.
Hacia
tiempo que no jugaba en grupo, pero hoy la primera actividad después de
un desayuno frugal, ha sido participar en un simulacro de acción
activista contra el movimiento de un barco cargado de tóxicos por el
Guadalquivir. Y es que estar con gentes de los grupos de apoyo de
Greenpeace, venidos desde diversos lares y con ganas de hacer cosas, no
es para menos y ha dao para llenar de intensidad la jornada.
Dentro de la
programación de esta peculiar reunión de más de 30 activ@s amantes
ecológicos ha tocado disfrutarse la crudeza y llamada a la acción
positiva de un paquete de charlas que conmemoran los 20 años de
activismo de Greenpeace en el
país. Un nuevo video sobre la explotación ilegal de la madera amazónica
y la lucha de las gentes del lugar para frenar el expolio ha inaugurado
la celebración. Los responsables de los grupos de apoyo de Gp en
Granada y Málaga nos han brindao su bienvenida y repasado el simbolismo
de la acción directa y necesaria ante los desmanes de algunos clanes de
un sistema en evolución temprana. Los GDA, grupos de apoyo locales
son colectivos formados por socios activos de la organización que se
coordinan y apoyan in situ las campañas de ámbito estatal e
internacional que se llevan a cabo por parte de Greenpeace. Cualquier
socio puede participar desde lo local en la defensa de lo global. Yo
tengo el privilegio de colaborar, pero no mucho, con el grupo de apoyo
de BCN.
En la mesa redonda y entre otros, Juan López de
Uralde, que de activista a pie de delito ecológico durante bastantes
años tuvo que ocupar el cargo de director ejecutivo de la oficina de
Madrid y con un renovado grupo de trabajadores de la
sostenibilidad seguir llamando con diplomacia a la puerta de
tiranos, sucios y gamberros ambientales y en la de algún que otro
político desinformado. De ello ha hablado, de cómo Greenpeace ha
actuado ante los cambios generados en los problemas y la política
ambiental de estos años. El responsable de la campaña de bosques,
Miguel Ángel Soto, nos ha puesto al día sobre los avances y compromisos
que cada vez más ayuntamientos van adquiriendo en lo relacionado con la
compra de madera gestionada de forma sostenible. Nos ha hablado de la
madera de la guerra, aquella que llega en barcos a nuestros puertos
para convertirse en muebles que nunca serán bonitos por las trazas
de sangre y violencia que incorporan; de los siete magníficos islotes de bosques
primarios que nos quedan y de los siete animales que a cada una de
ellas representa; de más de 40 millones de hectáreas que ya están
certificadas en el mundo por la mayor de las historias de amor entre
los humanos y los bosques, la certificación FSC. Mi
modesta conclusión es que por lo menos nos quedan 20 años más de
acción, aciertos, y desengaños aunque también victorias contra la
desesperanza y esos traviesillos adictos que hay que mandar al colegio
de formación ambiental básica.
Espero y deseo que de aquí a dos
decenios, en la reunión brindemos por el planeta y sean muchos más los
millones de ciudadanos contentos por haber cerrado por lo menos las
nucleares, protegido con acierto los pocos bosques viejos que quedan,
fomentado que el arbolillo del logo FSC este hasta en la cuchara de
palo que remueva la sopa no transgénica; que el viento mueva millones
de motores y despejado mentes confusas; que el Sol
nos siga mirando pacientemente y contento por que de el nos aprovechemos
sin cortarnos un pelo; que Kioto esté ya muy lejos en el tiempo y
superado 20 veces por lo menos; que los tóxicos quimicos
vayan dejando de hipotecar un futuro saludable; que los mares sean habitables para los
que viven en ellos; que los políticos malos sean recuerdo y que los
elegantes y honestos disfruten de batuta representativa para dirigir la
orquesta colectiva con agradecimiento y pensando en lo bello, lo sano,
lo verde y lo pacífico; en definitiva, que pueda ser un mundo más posible imposible.
El colectivo se ha
echado a visitar ese espacio único realizado por sabios hace ya unos
siglos, donde jugar con el agua y el sol era arte dominado. La
Alhambra es como imposible no visitarla si se viene a Granada. Ya
caído el sol y echada la plácida noche hay un ritual sagrado donde
comulgan miles de adeptos y que dispone de numerosos y hasta
bendecidos espacios. El programa, afortunadamente laico, ha llevado a
los fieles verdepacíficos a rendir culto en diversos templos. Y aquí un
devotillo travieso da fe de que los mensajes divinos que se
transmiten en una sesión de tapeo granadino compartiendo dialogo ameno
en bareto a pie de ruta es lo nunca visto. Hay quien dice haber
llegado hasta el cielo placentero llenando barriga, mientras hidrataba
el esfuerzo. Menos mal que en esos lugares, para encontrar la felicidad
temporal, no hay que padecer suplicios.
Tiempo ha habido para
digerir los diversos y particulares gozos y pecadillos. Y es que la
subida por el Albaizín, ese barrio inconfundible y aromático camino del
mirador con nombre de santo, Nicolás, es un lugar ideal para echar un vistazo de ese, la
estrella de la cultura árabe, que ha sido como regalo del cielo. Recuerdo
ahora a compañero embobao y como poseído por el momento y a dos
cantando a duo con pasión canciones de Serrat con tono perfecto,
debe ser que unas tapas típicas y un escenario único hacen
milagros estupendos.
Bajando como del
cielo granadino buscando ruta al descanso prudente que ya tocaba, un
cartelillo me ha llamado la atención. Llamaba a una próxima
movilización vecinal para poner freno a las mierdas de perro,
y es cierto porque olidas a la fuerza y casi pisadas algunas por el que
escribe, le han puesto gracia al descenso, que por las horas de reloj
eran como del tipo espiritual atravesando la noche. En un momento
insoportable, he clamado como al supremo, es decir cual vecino asomado al
balcón y jactoso por lo ocurrido. ¿De quien es la responsabilidad
de los pasteles rastreros, del que los pone porque lo siente y precisa
o del que no quiere sentir al que lo pone?.
A dormir tocan, que si no sigo delirando.
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