En cuestión de números tengo mucho que aprender. La cosa va de dentista, ya que hoy me he sometido a un arreglo con cirujano de un quiste maxilar con apicectomía de la pieza 36. Y todo por no invertir antes en atenciones y cuidados, siendo esto ahora nada interesante para mi economía. Pregunto que pasa en los países en desarrollo con los sufridores de mi perfil, y me comentan que a la mínima caries o problema: pieza fuera, cuando es posible. Y yo tumbado, anestesiado y con dos profesionales a mi servicio. Menudos privilegios.
He salido asustado, no tanto por el toqueteo mecánico sino por lo que me va a ocurrir si no sigo todas las recomendaciones. Ojo que no pongo en duda los consejos del profesional. Cuatro medicamentos velaran por mi buen estado si no me olvido de ninguno, comida no caliente toda la semana y hablar lo menos posible, ...pero esto para mi es muy difícil. Con informe en mano me toca decidir sobre la adquisición de los fármacos, y yo con mi susto en el cuerpo a punto estoy de entrar en la primera farmacia que tropiezo. Poco acostumbrado a las visitas medicas en la Seguridad Social me viene a la cabeza aquello de la reducción de costes en los medicamentos. Me dirijo a mi ambulatorio medio trastornado por los efectos de la anestesia local que se va retirando poco a poco. Solicito como gestionar las recetas y me dan numero para mañana. Insistiendo me convierto en un paciente de urgencias donde en un periquete me las emiten. Al rato estoy en la farmacia, donde calculo la jugada de ahorro, total unos 9 euros, algo es algo. Por el camino pienso qué se debe hacer como residuos con los que me sobren y me propongo investigarlo.
Hoy es un día importante, con el cebollón postoperatorio no resisto pensar el perderme la presentación del informe anual del WorldWacth Institute, El Estado del Mundo 2004, este año como edición monográfica, la sociedad de consumo. El Centre UNESCO de Catalunya ha vuelto a editar un año más la versión catalana. Hace cuatro días se presentó el original en Washington, ósea, que aquí el interés es relevante. Entorno a marzo aparece generalmente la versión en castellano.
Bici en bandolera y a punto de entrar en la sala, me frena el encargado de seguridad, al que no hay manera de convencer de que mi bici ocupa lo que una maleta y que viene conmigo como tal. De eso nada, me toca dejarla en una terraza anexa. Bueno, no voy a poder cumplir con aquello de que la bici va donde yo vaya, literalmente claro. La verdad es que la echo de menos si no la tengo a la vista, ...esto de las separaciones forzadas siempre es duro.
Presenta el informe Danielle Nierenber, que es coautora y especialista en seguridad alimentaria. Investiga sobre estos temas en el WorldWacth Institute, una organización independiente que trabaja para un medioambiente sostenible y por la justicia social. En su intervención, muestra parámetros de consumo comparados entre diferentes países. Comenta también que la media de intereses que paga cada norteamericano por las tarjetas de créditos es de unos 1600 euros por año y que allá trabajan 9 semanas más de la media en Europa, aunque cada vez buscan más tiempo libre. Sale a colación la reciente noticia de la primera vaca loca en su país. A raíz de la comida rápida cita que son los pobres los que compran y consumen la comida de peor calidad en los países cómodos. Aparece entonces la alerta sobre la democracia alimentaria y el gran numero de injusticias mundiales que conlleva. Nos asalta con que la carne animal contiene, en muchos casos, 8 veces más antibióticos que la de los humanos y que además los excrementos del ganado emiten el 17% del metano mundial, un tremendo gas de efecto invernadero. Recuerda que para generar una caloría de carne hacen falta unas 12 de grano de cereal. Pero también apunta soluciones. Aquí aparecen los ciudadanos comedores activistas, ósea, todos los que queremos cambiar el mundo desde el plato y favorecemos una agricultura e industria alimentaria sostenible y ética. El apetito para la destrucción ambiental lo tiene mal si conseguimos crear una verdadera democracia alimentaria y cambiar la producción de comida hacia formas más ecológicas, más cercanas del punto de consumo y con menos carne industrial.
La agricultura ecológica puede generar un ahorro considerable en salud publica y ambiental puesto que tiene un 1/3 menos de coste social que si se usan pesticidas. Además con la agricultura ecológica se reduce enormemente el cóctel químico que ingerimos habitualmente. Los alimentos ecológicos son más saludables y cuidan de los hábitats de aves, lombrices, insectos, y todo nuestros demás aliados terrícolas. Comer alimentos locales tiene las ventajas de que son más frescos y dejan menos huella ecológica. Puede sorprender como la media de producción de los ingredientes alimentarios suma en desplazamientos hasta el punto de consumo entre 2.600 y 4.000 km en USA. En el Reino Unido en 10 años ha aumentado en un 50% las distancias entre los alimentos y los consumidores. En Cataluña, ya casi no quedan agricultores, esos ancestrales cuidadores de la tierra. El único poder que puede construir sistemas sostenibles es la tosudez del consumidor, el de cada uno de nosotros, al apoyar lo local y ecológico. Para ello ya toca pensar y actuar en reducir materias primas, apoyar la producción limpia y aumentar los ciclos de vida de todos los productos que nos rodean, las famosas 3 erres y lo mejor del ecodiseño industrial.
En fin es un informe que no deberíais perderos. El índice es de lo más interesante y su lectura, más allá de lo que aporta sobre las bolsas de plástico, los ordenadores, el jabón antibacterias, el agua embotellada, los pollos y las gallinas, el chocolate y las gambas, los refrescos... es una llamada a replantearnos la buena vida y frenar este loco mundo consumista que no se sostiene mucho más. Que aproveche.
Yo mañana, baja obligada, descanso y lecturas de interés. Y a comer poco, ligero y fresco.
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