Estar en Madrid por diversas movidas, entre laborales y
relacionadas, es ciertamente siempre un placer. Aunque para mí lo mejor
en lo que al movimiento se refiere es ir y venir desde Barcelona en la
litera alta de un departamento de vagón de tren.
Esta vez no me
he llevado la bici, el frío ambiental ha sido una de las causas, y
ciertamente, la ola polar la he vivido y notado como nunca hasta ahora. Si
ya en el tren tuve espacio para sorprenderme con la eficacia de la
prohibición de fumar en cualquiera de los espacios de la máquina
rodante, incluso en el bar, espacio hasta ahora habitual para una gran
nube tóxica y jolgorio a numerosas horas, pues bien, ni una pizca de
humo había. Eso sí, se notaba quien quería fumar y no podía. Pero la
sorpresa ha sido la campaña anti humos cigarreros que han emprendido en
el metro, si te descuidas, una cartelón con el símbolo de no fumar te
puede aparecer en cualquier lugar impactando de lo lindo, vamos que no
sirve aquello de “no he visto el aviso”. Puertas de acceso y hasta una
colosal pancarta pisable en un intercambiador forman parte de las armas
sensibilizadoras antitabaco en espacios públicos. Ser fumador hoy es
más complicado que nunca, quizás vaya convirtiéndose en un placer
mesurado, ...veremos, pero lo evidente es que cada vez inhalaremos
menos, los más.
Y si mi dosis de cultura ambiental no había colmado el espacio libre en mi mente después de estar en la presentación del Observatorio para la Sostenibilidad estatal,
un hueco me he guardao para asistir a una lectura de poemas de uno de
los ecoactivistas que más me han impactado, además en otro sitio
ilustre de la cultura, la Biblioteca Nacional. Jorge Riechmann, que se
licenció en matemáticas, estudio filosofía, literatura alemana y
ciencias políticas, es profesor de filosofía moral y también
investigador ambiental en el ISTAS, al
servicio de la salud y el medio ambiente de los trabajadores. Pertenece
a un buen número de colectivos ecologistas, lo he oído en charlas sobre
los riesgos transgénicos o hablando de lo vital que es el tiempo en
nuestras vidas. De estos temas y otros aparte de la voz va dejando
escritos libros y numerosos artículos. Mucho activismo social y ecológico, tanto en tan poco tiempo, me parece de un elogiable sincero.
Varios de los libros que tengo a mano y que por supuesto te recomiendo, son:
Transgénicos: el haz y el envés, una perspectiva crítica Ed. Los Libros de la Catarata, 1999
Tiempo para la vida, la crisis ecológica en su dimensión temporal Ediciones del Genal, 2003
Argumentos recombinantes, que trata sobre cultivos y alimentos transgénicos Ed. Los Libros de la Catarata, 2004
Ética Ecológica, propuestas para una reorientación Ed. Norman-Comunidad (Uruguay), 2004
El principio de precaución, en medio ambiente y salud pública: de las definiciones a la práctica. Ed. Icaria, 2002. Estos dos últimos ha sido coordinados por Jorge.
Pero el Jorge poeta, algo lo intuí, luego lo supe; además me dijo que era de lo que con más intensidad vivía ahora.
Sólo lo poco que de él he apuntado, aquí lo cito: En
una tarde de frío glacial; contra la ley de los grandes números; el
músculo de la generosidad; reabsorber dolor, momento de parar; artista
de la ausencia; propuesta civilizatoria; voluntarismo vegetal, árboles
aventados a la primavera… Debe la poesía ser arma poderosa contra la
desesperanza y a favor de la razón humana. Con Jorge como poeta,
oyéndolo recitar sus composiciones desde una mesa soltando su
creatividad como grito con cierta rima y profundo compromiso con lo
vivo y lo también lo que quita la vida, escuchándolo y reteniendo lo
que he podido, la noche con el traqueteo en la litera del tren ha
comenzado más reflexiva y ha sido más dulce que muchísimas otras.
Gracias Jorge por tu poesía, y también por haber puesto tu tiempo en ese otro espacio de tan necesaria cultura ambiental. |