Hay pocos árboles que sean verdaderas reliquias vivientes. Uno de ellos, y és el más antiguo conocido es el ginkgo, una conífera cuyos ancestros se remontan a más de 270 millones de años atrás.
Nadie podía imaginar que a finales del siglo XX se encontraría otra conífera reliquia con un linaje de más de 120 millones de años, o sea, nacida en plena era Jurásica, más o menos cuando todavía los dinosaurios campaban a sus anchas por la Tierra.
Mucho menos podían sospechar los más de cuatro millones de habitantes que viven en la capital australiana de Sidney, que a menos de 150 km, en el Parque Nacional Wollemi y de las Montañas Azules, con una superfície de unas 500 mil hectáreas, se pudiera encontrar un nuevo árbol. Pero mucho menos imaginable es que el árbol reencontrado no era sino un fósil viviente.
Se trata del llamado Pino de Wollemi (Wollemia nobilis). Aunque se llame pino, en realidad no es un pino, aunque si una conífera igual que los pinos, pero de la familia de las araucariacias. El linaje de este árbol se ha perdido, pero por los restos encontrados se especula que se trata de una especie entre los generos Agathis y Araucaria y se han encontrado fósiles del mismo en Australia, Nueva Zelanda y la Antártida.
Este árbol fósil viviente fue descubierto en la primavera de 1994 por el guardaparques David Noble, en el parque australiano de Wollemi donde se encontraron poco más de 100 ejemplares adultos de notables dimensiones. Inmediatamente tras su descubrimiento, el New South Wales National Parks and Wildlife Service restringió la visita al lugar donde se encontraron los ejemplares primigenios. El nombre del género con que se bautizó este árbol de hojas perennes, Wollemia procede del vocablo aborigen “Wollumnii” que significa “mira a tu alrededor” o “atento a tus pasos” y la denominación como especie, nobilis es en honor de su descubridor David Noble.
Al principio sólo unos pocos estudiosos tuvieron acceso al lugar que se mantuvo en secreto para evitar la depredación de coleccionistas. Sin embargo, la enorme presión de coleccionistas y jardines botánicos por el descubrimiento dieron lugar a que las autoridades se dieran cuenta que por las particularidades de este árbol era importante contribuir a su difusión.
Así que en poco tiempo, las autoridades australianas crearon junto con el Departamento de Bosques de Queensland un vivero para reproducirlo y en apenas diez años se dispuso de suficientes plantones como para iniciar su comercialización para fines científicos pero también ornamentales para jardinería.
De un descubrimiento, que podía haber sido el final de la especie, se creó una empresa, la Wollemi Pine International y actualmente dispone de distribución en Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón, China y Nueva Zelanda. Por este motivo, hoy es una especie muy apreciada en jardinería y esto ha restado presión sobre el hábitat natural del mismo.
Sin embargo, a pesar de las precauciones tomadas por el servicio de conservación australiano, en 2005, en la localidad original se detectaron algunos ejemplares infectados por el moho Phitophthora cinnamoni. Por este motivo, la visita a su hábitat natural sigue estando bajo un estricto control para garantizar su conservación. Se sabe que todos los ejemplares silvestres mantienen una estrecha relación radicular y además no se ha observado variabilidad genética por lo que se sospecha que se trata de una población realmente relictual.
Su hábitat natural es el fondo de uno de los barrancos de los exuberantes bosques subtropicales que hay en este parque nacional. El Pino de Wollemi vive en compañía de especies tales como el palo satinado perfumado (Ceratopetalum apetalum) o el sasafrás australiano (Doryphora sassafras) entre otros. En este hábitat puede soportar un rango de temperaturas amplias, entre 0 y 45 ºC y cortos períodos de incluso -5ºC. Es un árbol con un buen crecimiento, de unos 50 cm al año. Le gustan los suelos ácidos y dado que vive en terrenos pobres en nutrientes responde muy bien cuando la fertilidad edáfica es importante, de ahí que haya tenido éxito como árbol ornamental.
Los plantones crecen mejor a la sombra, con la luz filtrada en un 50 % dado que son las condiciones en las que crecen en su hábitat natural en el fondo de los exhuberantes barrancos tropicales.
Las hojas de esta araucariacea varían de entre 3 y 8 cm de largo. Cuando las hojas son jóvenes, miden entre 2 y 5 cm y se distribuyen en espiral desde el brote formando hasta cuatro filas planas, que luego se quedan en dos en la parte más vieja de la rama. Las hojas jóvenes son suaves de color verde oscuro, con la superficie de textura cerosa y color blanco, mientras que las hojas de los árboles adultos son de color verde oscuro uniforme.
Los conos (piñas) de la semilla no aparecen antes de los siete años, Los Pinos de Wollemi producen primero los conos masculinos y a continuación los conos femeninos que son más anchos y cortos y solo aparecen en las ramas adultas. Los conos son verdes al inicio y una vez fecundados maduran en unos 18 ó 20 meses, momento en que sueltan las semillas por desintegración.
Los ejemplares adultos pueden alcanzar una altura de hasta 40 metros de altura. Es un árbol esbelto, de porte columnar y que su particular ramificación de tipo dicotómica produce un efecto de doble copa. La corteza es un poco parecido al corcho y con burbujas en su superficie como sí de una galleta de cereales inflados recubierta de chocolate se tratara.
En jardinería esta especie ha alcanzado un notable éxito en poco tiempo, incluso como especie para cultivar como bonsái dado que tiene un sistema radicular más bien corto. Se vende a nivel internacional cuyos plantones entre 20 y 40 cm oscilan en precios de 150 a 450 euros. Sin embargo, por su lugar de origen hay que tener en cuenta algunos riesgos biológicos. Así lo indica una medida de bioseguridad del gobierno neozelandés al respecto que deben cumplir los plantones importados.
En su hábitat natural es una especie en peligro de extinción por lo que es importante que cualquier parte o ejemplar de este árbol se haya adquirido en un distribuidor autorizado que incluya el certificado del organismo CITES que es el regulador de especies amenazadas.
Ejemplar de Wollemia nobilis en un jardín de Barcelona debidamente protegido y en el que se aprecia el estado del mismo. Foto realizada durante la primavera 2016.
En un paseo reciente por los Jardines de la Tamarita de Barcelona me encontré con un ejemplar joven del pino de Wollemia. Me llamó la atención, y tras un búsqueda por internet, uno puede saber que en 2006, el Jardín Botánico de Barcelona adquirió un ejemplar y, el 25 de febrero de 2010, unos chavales plantaron el mencionado ejemplar en este jardín romántico que, en realidad, es un espacio verde lleno de sorpresas, como casi todo lo que proyectó el paisagista Rubió i Tudurí (1891-1981). En definitiva, de momento un arbolito pero que honra uno de los jardines de la ciudad barcelonesa y que es cuidado con esmero por los servicios técnicos del ayuntamiento de Barcelona.
Artículo elaborado por la redacción de terra.org. Imagenes de Wollemi Pine International y propias.