Este artículo trata sobre una contaminación nada silenciosa, nos atañe a todos los ciudadanos, estemos dentro de la ciudad o fuera de ella. Estrés, insomnio, problemas de aprendizaje, dolencias cardiacas… Son algunos de los males asociados al ruido, junto a una pérdida de calidad de vida que aumenta conforme crece el desarrollo urbano. Comienza el artículo aportando un visión clara sobre la incidencia del ruido en los entornos más habituales y de cómo la legislación de diversos países mira de poner reducciones a ello. Toda una lección sobre la unidad de medida más ruidosa, los decibelios, la podremos encontrar así. La intensidad del sonido se mide en decibelios (dB); el dB con ponderación A (dBA) se usa para indicar cómo oímos los humanos un sonido determinado. Los 0 dBA indican el punto en el que se considera que una persona empieza a oír el sonido. Un susurro a un metro equivale a 30 dBA, una autopista cargada a 17 metros da unos 80 dBA y una sierra mecánica puede suponer 110 dBA para quien la opera. Sin protección auditiva, incluso una breve exposición a niveles de sonido de más de 120 dBA puede provocar dolor físico. Estamos rodeados de sonidos molestos y se ilustra esto con unos comentarios descriptivos del vivir cerca de aeropuertos. En la parte practica encontramos propuestas de iniciativas para paliar el ruido, comentarios sobre las leyes contra el ruido, sus efectos sobre la salud, la pregunta de ¿cuánto ruido podemos soportar?, los pasos legales para denunciar ruidos, los mapas urbanos de ruido y reservas de silencio y enlaces en la red para avanzar en el tema. |