La casualidad nos da casi siempre
|
La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiera ocurrido pedir |
Alfonso Lamartine |
Que
el azar es poderoso, sorprendente e incluso enigmático no hay duda. Que
todo el esfuerzo que uno pone con esmero y empeño para lograr algo
puede irse al traste por azar a quien no le pasado. Que lo que llamamos
tener suerte no es más que el azar aprovechado. Que la casualidad en el
momento menos pensado nos brinda una oportunidad sin precedentes. A
veces para ganar, otras para perder. Demasiadas personas piensan que su
vida es puro azar y que, por tanto, conociendo los designios
astrológicos lo demás sobra. La libertad humana está por encima del azar aunque este nos acompañe como nuestra sombra. Gracias a la libertad podemos trabajar, divertirnos, aprender, amar. Gracias a la libertad podemos relacionarnos y cooperar con otras personas humanas. Pero es gracias al aprendizaje que los humanos adquirimos poder sobre el azar y la casualidad. Un aprendizaje que cuando es cooperativo se refuerza y se merma con la competitividad. Nuestras escuelas han sido diseñadas para la competición más que la cooperación, quizás por ello el azar campa a sus anchas con más alegría que la libertad debería concederle. En cambio el aprendizaje cooperativo genera una interdependencia positiva entre las personas lo que facilita la responsabilidad de los miembros del grupo y el desarrollo de las habilidades interpersonales como puede ser la realimentación constructiva, el desarrollo del consenso y el crecimiento con el conocimiento. La cooperación humana sigue siendo nuestro principal escollo para el éxito como sociedad y menos dependiente de las casualidades. El azar es una poderosa fuerza para evolucionar o extinguirse, pero moldeable por el conocimiento y este es más poderoso si ha sido forjado por el aprendizaje cooperativo. |
Modificado
09/02/2017