Este no es un libro más sobre como cultivar un huerto en casa. El huerto más natural es la guía práctica del método de Jean-Marie Lespinasse para obtener buenas cosechas sin trabajar la tierra gracias al acolchado permanente. Sin embargo, más allá de la técnica para mantener la tierra fértil y viva hay diferentes cuestiones que hay que atender y que el libro va desgranando a lo largo de sus capítulos.
Portada del libro El huerto más natural publicado por La Fertilidad de la Tierra.
Basado en su experiencia directa con un huerto ubicado en la región de Les Graves al sur de Burdeos en el cual para llegar al éxito que nos describe pasó por tres etapas sucesivas en el tiempo. Tres etapas, la primera de las cuales se inicia en 1966, la segunda en 1990 y la tercera, la decisiva, en 1996. Así las cosas, el aprendizaje de Jean-Marie Lespinasse evoluciona a lo largo de treinta años.
Entre sus propuestas está la interrupción del volteando anual o bienal lo cual permite también reducir los aportes de abono y reducir el laboreo con el consiguiente ahorro energético. Las técnicas sin laboreo son utilizadas actualmente por un número creciente de agricultores en regiones de cereal y de ganadería. Y es que nos propone un huerto donde se favorezca que las raíces de las verduras se desarrollen sin obstáculos para crear un pequeño ecosistema que es donde crecerán las plantas del huerto. El huerto más natural no es más que aquel que es capaz de reconstruir un pequeño ecosistema. Por ello en este tipo de huerto todo está organizado para suscitar un entorno que, por ejemplo, ubica al parásito en un ambiental general poco acogedor.
Los tres elementos claves de este pequeño ecosistema hortícola son una tierra viva, la cohabitación de especies que incomodan a los parásitos y les impide proliferar y la presencia de especies de fuerte olor tanto en el interior como en el exterior del huerto (condimentarias, especias repulsivas, etc.). Es precisamente la asepsia que crean los plaguicidas lo que deja preparada la tierra para un nueva invasión y así acabamos dependientes de la “química”. Para reforzar la fertilidad de un huerto, es necesario tener un enfoque global de la tierra y en concreto tomar en cuenta su vida animal (lombrices especialmente) y sus microorganismos (bacterias, mohos, etc).
En el huerto tienen lugar dos grande procesos, por un lado la transformación de las materias orgánicas esparcidas en la superficie de la tierra y que a su vez estas constituyen la base para el segundo proceso, la asimilación de estos elementos nutritivos en torno a las raíces de la planta (rizosfera). La clave pues de una buena producción agrícola es intervenir para que estos dos procesos sean óptimos. El huerto más natural dedica un capítulo precisamente a las actividades que debemos practicar entorno a las raíces y al papel de las leguminosas por su asociación a las bacterías que utilizan el nitrógeno del aire como fuente de proteínas y lo convierten en nitrógeno asimilable por las plantas.
Esta guía tiene un capítulo específico dedicado a algunos cultivos específicos que no hay que mezclar nunca con otras hortalizas, se trata de los espárragos, las fresas y las endivias. No es que no se puedan mezclar por incompatibilidades entre las plantas sino porque requieren intervenciones específicas para que su producción se pueda llevar a buen término. Las endivias y los espárragos se cultivan de manera diferente del resto de las hortalizas ya que requieren de una cobertura con tierra a lo largo de su cultivo que no puede ser constituida de manera individual para cada mata si está aislada.
Lo que hace que esta guía tenga personalidad propia es que siendo un libro que sigue en términos generales las líneas de este tipo de obras, cada capítulo tiene alma propia pues está basado en la experiencia. A cada apartado pues uno puede encontrarse comentarios tales como “Las plantas conservadas para la semilla (lechugas, perejil, etc.) se resiembran espontáneamente en el huero y yo impulso esta distribución porque en enero y febrero, según el tiempo, es agradable ver algunas lechugas salir del acolchado. El no voltear la tierra así como el acolchado orgánico contribuyen a favorecer estas olas sucesivas de plantas cuya siembra no ha sido programada”.
Ilustración de como preparar el bancal para el cultivo de espárragos del libro El huerto más natural.
La personalidad del libro queda bien reflejada en un corto pero claro capítulo dedicado a las herramientas y en el que deja claro que “Las herramientas que corresponden a los trabajos de mi huerto son pocas. El tenedor, aunque puede parecer una herramienta insólita pero no excéntrica porque está especialmente adaptada a los repicados de las plantas…, si es posible que sea de plata maciza”. Y para rematar los comentarios en este sentido su autor nos propone un método para trabajar sentado en una tabla apoyada en los bordes de los bancales de forma que el hortelano pueda alanzar fácilmente el centro del montículo; además su visión de la superficie del cultivo y de las hortalizas se ve claramente mejorada con la idea que propone.
El huerto más natural es una experiencia, que como nos dice en el epílogo su autor, merece la pena intentarse en la mayor parte de las regiones. Y por eso advierte que para cada realización será necesario tener bien en cuenta las características de la tierra y del clima para aportar las modificaciones necesarias: por ejemplo, la corrección del pH, los aportes de agua en verano, las protecciones de invierno. En definitiva, se trata de que los hortelanos conozcan mejor su entorno y observen en la naturaleza para conseguir reforzar el crecimiento de las plantas y así obtener una buena cosecha.
Artículo elaborado por el equipo de redacción de terra.org. Ilustraciones del libro publicado por La Fertilidad de la Tierra.