La directora de este delicioso y mágico documental parte de la experiencia de su infancia en Estambul donde residió hasta los once años y que según reconoce ella misma su existencia fue "menos solitaria de lo que habría sido gracias a los gatos, y no sería la persona que soy hoy". En el transcurso de sus visitas posteriores a su ciudad natal veía como la ciudad cambiaba a marchas forzadas y era cada vez menos reconocible, excepto por los gatos. Los gatos apreciaba que eran el único elemento urbano constante, pudiéndose pues observarse como sinónimos de la ciudad misma y encarnando definitivamente su espíritu. Kedi, gatos de Estambul es un documental, pero también la historia de unos cuantos de estos gatos turcos. Su directora, Ceyda Torun, nos proyecta en la pantalla un poema visual de una particular carta de amor a esos gatos y a una ciudad cuyos elementos están siempre cambiando de forma impredecible.
Estambul a principios de los ochenta, momento en que la directora habitaba en esta metrópolis era el epicentro de un país al borde de la globalización. Por aquel entonces, la población de la ciudad ascendía tan solo a cuatro millones; hoy en día ha crecido hasta rozar los viente millones repartidos sobre un trama urbana que expande constantemente sus límites. Además de esta enorme masa de gente, ha habido otra criatura inherente a la ciudad durante siglos: los gatos callejeros. Con contextos tan variados como los de sus homólogos humanos, los gatos callejeros que son gatos libres y vivos, experimentan la ciudad de maneras totalmente desconocidas por la gente. Sin embargo, estos gatos callejeros son también el reflejo de la vida de sus habitantes.
En un esfuerzo por acercarse todo lo posible a los gatos, los cineastas diseñaron y experimentaron con varias “cámaras-gato”. Siguieron a los gatos hasta callejones oscuros y sótanos desiertos, hicieron volar drones por encima de los tejados, y los siguieron sigilosamente para capturar momentos íntimos con recursos visuales cinematográficos como por ejemplo con planos over-shoulder de los gatos caminando por las calles.
Una parte importante del impacto que le llega al espectador de este poema fílmico radica en la dedicación de todo el equipo que día tras día grabaron a los mismos gatos, lo que permitió capturar su carácter único y su interacción con las personas. Cada gato del film tiene su particular carácter y estrategia vital que no es más que un reflejo casi humano de la ciudadanía que en esta ocasión no es la protagonista pero si su paisaje.
Después de dos meses de rodaje, Ceyda Torun y el editor Mo Stoebe empezaron a estructurar la historia de cada uno de los gatos, esforzándose por capturar lo que los hacía únicos y de este modo convirtiéndoles en los protagonistas que narrasen sus propias historias. A través de un número selecto de historias, el fin definitivo de la película fue crear una pieza contemplativa que se moviese entre temas como el amor, la pérdida, la alegría, la soledad, y la pertenencia.
La directora reconoce que “Al final me di cuenta de que mis historias personales sobre los gatos de Estambul no eran exclusivamente mías, y que todo el que se ha permitido establecer una relación significativa con estas criaturas ha llegado a sentir la vida y su papel en ella de forma diferente. Con perspectiva, el alcance de este cambio profundo varía para cada persona, pero una cosa se mantiene: el cambio fue generado a raíz de haber tenido la oportunidad de coexistir con un animal con encanto, intelecto y autosuficiencia". Dicen que "los gatos saben que no somos Dios sino simplemente que somos los intermediarios", por eso los gatos pueden vivir ajenos al traqueteo cotidiano humano casi como observadores de nuestra realidad.
Los felinos de Kedi, gatos de Estambul tienen vida propia. Unos duermen tras un enredo romántico. Otro gato ronda maliciosamente a una bandada de gaviotas por los restos de un pescado. Un gatito se queda sin vida en manos de un hombre de mediana edad que lleva su cadaver tiernamente a una morgue, la única fatalidad de la película. Una mujer que dedica su vida a los gatos de la calle informa de la reciente pérdida de cinco de los sesenta que ella atiende, según ella a causa del cáncer. Sin embargo, los gatos de Estambul no son gatos enclenques y faltos de nada. Un hombre que alimenta a gatos junto al Bósforo dice que el calor del agua les da vitalidad.
Lo singular de este film es que desmonta el punto de vista sensiblero ya que los gatos de Kedi no son seres abandonados a los que hay que "proteger". Los gatos callejeros son animales libres que pueden vivir a su aire. Sin duda en muchos casos deben buscarse la vida como resultado de un abandono, del acto cruel de expulsar a un animal de compañia de su "vida". Pero la mayoría de los gatos callejeros han nacido libres en la trama urbana. Los gatos no son como los perros. Los perros sin amo no saben que hacer mientras que los gatos aunque son animales domésticos conservan el alma de su vida silvestre como depredadores. El gato sabe y necesita de libertad, algo que no siempre los humanos le conceden aún cuando los mimen con cuidados esmerados. Por eso la mayoría de los gatos domésticos con propietario están castrados o esterilizadas privándoles de una parte de su vida salvaje para ser tratados como simples "peluches" de compañía.
Kedi, gatos de Estambul es un homenaje a una forma diferente de entender la relación parasitaria a la que se somete a muchos gatos domésticos en sus respectivos "dueños humanos". Esta es una película de gatos que han nacido en la calle pero que interactuan de igual a igual, libremente, con los seres humanos. Evidentemente, al igual que otras poblaciones de animales urbanos, los gatos callejeros pueden ser un problema sanitario e higiénico, de ahí que la gestión de las colonias urbanas es un tema más que controvertido.
En algunas ciudades, los "cuidados" dispensados a los gatos callejeros supone una ventaja para otros animales salvajes dañinos. Los gatos como depredadores son también un problema para muchas aves silvestres que buscan en el entorno urbano un lugar para sobrevivir. Este equilibrio de vida animal semidoméstica junto con los silvestres urbanitas es frágil. En cualquier caso, Kedi, gatos de Estambul es un documental poético y visualmente espléndido que hace la delicia del buen cine.
Tráiler del film
Ficha técnica
Sinopsis: Cientos de miles de gatos vagan libremente por la frenética ciudad de Estambul. Durante millones de años han deambulado formando parte de las vidas de la gente, pasando a convertirse en una parte esencial de las comunidades que conforman la ciudad. Sin dueño, estos animales viven entre dos mundos, ni salvajes ni domésticos - y llenan de alegría a los que deciden adoptar. En Estambul, los gatos funcionan como un reflejo de las gentes, y sus vidas nos permiten reflexionar sobre nuestras vidas de una manera única.
Equipo:
Dirección: Ceyda Torun
Los actores: Bulent Ustun, Mine Sogut, Elif Nursad Atalay Sarı (La Estafadora) , Bengü (La Cariñosa) , Aslan Parçası (El Cazador) Psikopat (La Psicópata), Deniz (El Sociable), Gamsız (El Juguetón) , Duman (El Elegante)
Producción: Ceyda Torun, Charlie Wuppermann
Producción ejecutiva: Thomas Podstawski, Gregor Kewel
Coproducción: Ilan Arboleda, John Keith, Wasson
Productoras: Termite Films, PK Film Investment
Edición: Mo Stoebe
Música original: Kira Fontana
Fotografía: Charlie Wuppermann
Fotografía adicional: Alp Korfali
Sonido: Burcin Aktan, Ilkin Kitapçi
Duración: 80 min
País: Turquía - Estados Unidos
Género: Documental
Año: 2016 (Estreno en España, julio 2017)
Distribución: Avalon