Tecnosuelos, Cocoon, drones… parecen términos de una película de ciencia ficción, pero son productos y herramientas desarrollados en proyectos de investigación por el Dr. en Ecología, Vicenç Carabassa, experto en restauración ecológica y rehabilitación de suelos en CREAF. De pequeño fue víctima de la degradación ambiental, lo que lo motivó para realizar todo su trabajo de investigador y crear proyectos de transferencia de conocimiento científico para la recuperación de tierras y ambientes degradados por la acción humana.
Conversamos sobre su aportación como investigador, su búsqueda de soluciones aplicadas, así como su visión de futuro, con una conclusión contundente: “es necesario dejar de destruir el planeta; por los daños que ya hemos hecho y que, en realidad, nos hemos hecho a nosotros mismos”.
Trazado de parcelas de seguimiento de "Cocoon". Crédito: Archivo personal de Vicenç Carabassa
¿Cómo surge tu interés por el estudio, la investigación y la búsqueda de soluciones para la restauración ecológica?
Me interesa especialmente porque es un ámbito de la ecología muy aplicado. Se trata de una disciplina en la que se pueden ver los resultados de tu investigación de forma palpable y con un impacto directo para la sociedad. De hecho, mi interés y estudio en Ciencias Ambientales se basa en que permiten integrar las ciencias sociales con la ecología o las ciencias naturales. Creo que es uno de sus grandes valores, tal como siempre explicaba uno de mis profesores preferidos en la carrera, Joan Martínez Alier. Él daba valor a las ciencias ambientales como el puente entre las ciencias sociales y las ciencias naturales. Y esta posibilidad de unir estos ámbitos que muchas veces, por diversos motivos, se estudian por separado, es lo que más me interesa y apasiona. En el caso de mi especialidad en ecología de la restauración, contribuyes a revertir la situación de los ecosistemas degradados. Pero también viene un poco por mi infancia, porque fui víctima de la degradación ambiental.
¿Podrías contarnos cómo ha sido esa experiencia?
Hasta 1995, vivía con mi familia en el pueblo de Tiurana, en la zona de Prepirineo de Lérida. Debido a la construcción del embalse de Rialb, que fue el último gran pantano construido en Cataluña, toda una comunidad entera fue desalojada. Todos los que vivíamos allí tuvimos que desplazarnos de nuestras propias casas y reubicarnos.
¿Cuál crees que fue el impacto más directo para ti, tu familia y todos los habitantes de Tiurana?
Se destruyó todo el pueblo, la huerta y el bosque que había en los alrededores donde me crie. Por lo que el impacto ha sido muy importante tanto a nivel personal como paisajístico y medioambiental. Pienso que de ahí surge mi interés por la restauración ecológica: por revertir esta situación de impacto ambiental, de consumo incesante de recursos naturales.
O sea, que has vivido en primera persona la intervención del hombre en la naturaleza y observado las consecuencias de esta acción.
Ciertamente. Es que en los ecosistemas mediterráneos que están tan antropizados desde hace miles de años, la influencia del ser humano es brutal. Es uno de los vectores más importantes.
Nos has contado cómo surgió tu interés por las ciencias ambientales, en especial por el ámbito de la ecología de la restauración. ¿Podrás contarnos en qué se centra tu trabajo actual?
Mi trabajo e investigación se centra en la ecología de la restauración y la rehabilitación de suelos degradados. A nivel de transferencia tecnológica y de conocimiento, trabajo en el desarrollo de herramientas para el seguimiento y la ejecución de los trabajos de restauración, así como en el diseño de nuevas técnicas para la creación de tecnosoles.
Perfil de un tecnosol en una cantera de Garraf. Crédito: Archivo personal de Vicenç Carabassa
¡Qué interesante! Justamente, los tecnosoles o tecnosuelos fueron el centro de tu proyecto de tesis de doctorado. ¿En qué consistió?
Mi tesis trata la valorización de residuos orgánicos en la construcción de tecnosoles, estos suelos artificiales, que se crean o construyen cuando el grado de impacto es tan alto que incluso se ha eliminado el suelo natural, y tienes que partir de cero, restaurando el suelo original. Esto pasa mucho en actividades extractivas, de hecho, los tecnosuelos se llaman también suelos de mina. Porque en este tipo de actividades es necesario retirar toda la capa de suelo para explotar la roca, el sustrato geológico, que es lo que te interesa como actividad extractiva. A partir de aquí cuando se acaba la extracción hay que restaurar esta zona. En este proceso de restauración, hay un paso fundamental, aparte de todo lo que sería la restitución morfológica y la red de drenaje, el de la restauración del suelo. La idea es emular los diferentes horizontes y los procesos biogeoquímicos que encuentras en un suelo natural.
O sea, los tecnosuelos simulan los suelos naturales, pero en realidad son suelos artificiales o construidos.
Correcto, es una buena definición.
Preparación de un perfil de suelo en Ports de Beseit. Crédito: Archivo personal de Vicenç Carabassa
¿Cuánto tiempo lleva conseguir este suelo artificial?
En realidad, una vez destruido completamente el suelo es muy difícil poder recrearlo tal como existiría en condiciones naturales. Sin embargo, podemos parecernos bastante. Y eso se puede hacer relativamente rápido con la ayuda de las enmiendas orgánicas. Con una buena selección de los componentes de este suelo, la vida se puede implantar tanto dentro como encima del suelo, relativamente rápido. Nosotros tenemos zonas restauradas que, con 10 años, prácticamente no detectarías que eso había sido antiguamente una mina. Sin embargo, es verdad que la restauración ecológica requiere de su tiempo y, sobre todo, en sistemas mediterráneos secos, donde la escasez de agua es un factor fundamental. Podríamos decir que en general la restauración es un proceso lento, pero que adoptando las medidas precisas se puede acelerar bastante.
Suena prometedor poder restablecer vegetación en zonas donde ya no quedaba nada.
Efectivamente, queremos restaurar los sistemas previos a los impactos, en este caso, la extracción de rocas y minerales, aunque esta aproximación también es posible en vertederos, taludes de infraestructuras de transporte, zonas afectadas por contaminación del suelo.
Otro proyecto que lideras utiliza una tecnología que se llama “Cocoon”, que se aplica en plantaciones agrícolas y forestales.
Es un proyecto del que estoy muy orgulloso, ha funcionado muy bien, ha tenido muy buenos resultados y repercusión a nivel de los medios de comunicación, y estamos continuando a pesar de que acabamos de cerrarlo. Se trata del proyecto LIFE “The Green Link”. Nos propusimos varios objetivos y logramos cumplirlos. El principal, dar a conocer y testear el dispositivo “Cocoon”, que es como un incubador de árboles y sirve para mejorar los resultados de los proyectos de restauración en relación a las plantaciones forestales y agrícolas. Nos interesaba ver si funcionaba en distintos medios, en distintos usos, en distintos climas, en un gradiente desde un clima totalmente árido en las Islas Canarias, prácticamente sin lluvias, hasta climas mediterráneos sub-húmedos como el que tienen en una de las zonas donde hemos restaurado, en Ptolemais, Grecia. Hemos comprobado que el dispositivo realmente funciona. Sobre todo, en los climas más áridos donde realmente es más necesario este tipo de apoyo.
Dispositivo "Cocoon", donuts biodegradables. Crédito: Archivo personal de Vicenç Carabassa
Así pues, el “Cocoon” ha permitido mejorar el éxito de las plantaciones, especialmente en zonas donde plantar era antes casi imposible.
Correcto, otro de los aspectos que también nos interesaba era mejorar los resultados de los proyectos de restauración, sobre todo de las plantaciones. Uno de los problemas principales de los proyectos de restauración es el fracaso de las plantaciones. Es decir, el índice de mortalidad en las plantaciones que se realizan es muy alto, en general. En algunos casos, llegando al 100%, al cabo de pocos años de haber plantado. Con lo cual es una pérdida de tiempo, dinero, recursos… Con el “Cocoon”, hemos conseguido mejorar de forma significativa el éxito de las plantaciones y también su eficiencia económica. Por ejemplo, en las plantaciones de Gran Canaria había proyectos que, al cabo de 5 o 6 años, tenían un 100% de bajas. Un fracaso total y absoluto. En cambio, con el “Cocoon”, para algunas especies, hemos llegado a un 80% de supervivencia, lo cual es una diferencia abismal. Esto es especialmente importante en estas zonas áridas, fuertemente impactadas por el cambio climático. A nivel global, hemos restaurado diferentes espacios degradados que fueron afectados por incendios, por actividades extractivas o por el abandono rural.
¿En qué otros proyectos trabajas actualmente?
Recientemente hemos presentado resultados de otro proyecto, este con la Generalitat de Catalunya, sobre el uso de drones en seguimiento de trabajos de explotación y restauración de actividades extractivas, que hemos llevado a cabo con la colaboración de los colegas del Grupo de Métodos de Teledetección y SIG, del CREAF y la Universitat Autònoma de Barcelona, juntamente con otros centros de investigación, y con una importante participación de empresas privadas, tanto mineras como de drones.
¿Consideras que los drones pueden revolucionar la investigación en el ámbito de la restauración ecológica?
La tecnología, en este caso los drones, te permiten obtener mucha más información y con mucha más frecuencia de la que teníamos hasta ahora. Por ejemplo, los drones te permiten acceder a zonas remotas donde antes era imposible o muy difícil llegar. También te permiten disponer de una mayor cantidad de datos que los métodos tradicionales, con menor esfuerzo, lo cual muchas veces significa una mayor frecuencia en el muestreo. Son una herramienta muy potente que te permite además cubrir zonas relativamente amplias con una resolución, tanto espacial como temporal, muy alta.
¿Qué cambios deberíamos implementar en los próximos años, en nuestras vidas, para contribuir en la lucha contra la emergencia climática?
Hay que cambiar nuestra forma de vida o, como mínimo, hacer nuestras actividades de una manera diferente. La crisis sanitaria que tenemos con la Covid-19, debería de ser un revulsivo que nos hiciera cambiar muchos patrones de consumo. Empezando por elegir el consumo de productos de proximidad, locales, de calidad, ecológicos, a granel, sin plástico, como hace unos pocos años. También está la movilidad laboral, que en algunos ámbitos como el mío puede llegar a ser muy alta, y que se puede reducir mucho con el teletrabajo y las videoconferencias. Tenemos que ser muy conscientes de que el cambio climático no lo pararemos solo con medidas de compensación. Ya no vale compensar, si realmente no reducimos nuestras emisiones. Tenemos que dejar de emitir. Y esto es un mensaje que tiene que calar tanto en la sociedad, como en las empresas como en las administraciones. Es necesario un cambio de modelo para afrontar esta nueva era, estos nuevos retos que nos plantea el cambio climático.
Registro audiovisual para TV3 del proceso de plantación de un "Cocoon". Crédito: Archivo personal de Vicenç Carabassa
¿Consideras que hay una oportunidad a partir de la situación actual? ¿Se pueden encontrar alternativas en esta nueva normalidad?
El cuidado del planeta es el cuidado de nosotros mismos. Nosotros dependemos, nuestra vida como humanos depende, de los servicios que los ecosistemas nos aportan. En casa nuestra está muy arraigada la tradición de recoger setas, que al final es un servicio que nos prestan los ecosistemas, en este caso los forestales, pero hay otros servicios que son mucho más importantes para garantizar nuestra vida en la Tierra, como son la fijación de carbono atmosférico, la depuración del aire, la depuración del agua, o la misma producción de alimentos, más allá de las setas, entre muchos otros. Según nos alerta una última publicación del Panel Internacional sobre los Servicios Ecosistémicos (IPBES), la provisión de servicios se está deteriorando a marchas forzadas y la tasa de extinción de especies se acelera año tras año.
¿Crees que los niños pueden comprometerse con el cuidado de la naturaleza, generar otro tipo de vínculo con su entorno?
En mi caso, mi pasión por la ecología, las ciencias naturales y la restauración de los ecosistemas viene de pequeño, de mi experiencia como niño. Los niños escuchan los mensajes que emitimos los adultos y copian las acciones que hacemos. Por ejemplo, todo el tema del cambio climático lo tienen muy presente. Lo veo con mis hijos, es un tema que incluso les preocupa, porque ven el futuro que nos espera a todos y ellos, a pesar de que sean niños, no son indiferentes a eso. Desde nuestro ámbito plantear acciones para los más pequeños es muy interesante porque al final son los que tendrán que tirar adelante todo esto. Y porque nos ayudan a cambiar conciencias en los adultos también. Por eso en nuestros proyectos, intentamos hacer acciones de concienciación y educación para los más pequeños, por ejemplo, organizando plantaciones, porque intentamos concienciarlos por un lado de la necesidad de dejar de destruir el planeta, pero por otro, de restaurar los daños que le hemos hecho, y que nos hemos hecho a nosotros mismos.
RECUADROS ECOLÓGICOS
1. CASO DEL MES: ¡La clave está en separar! Cuando nuestros residuos orgánicos se destinan a un proyecto de investigación
¿Cómo se obtienen los residuos orgánicos que luego se utilizarán para recuperación de los suelos?
Se utiliza mucho el compost que se produce a partir de residuos orgánicos domésticos, de jardinería, de industrias. También está muy de moda el biochar o biocarbón, que nos ayuda a fijar carbono en los suelos y a generar un hábitat muy interesante para los microorganismos. Trabajamos sobre todo con las administraciones competentes en la materia, en nuestro caso la Agencia de Residuos de Cataluña. A partir de aquí nos ponemos en contacto con las plantas de tratamiento, los municipios, empresas privadas. Antes de utilizar residuos como ingredientes de tecnosuelos, evaluamos su aptitud como enmiendas orgánicas. Por ejemplo, para el caso del compost vemos que una buena recogida selectiva es fundamental. En ciudades donde se ha implantado la recogida puerta a puerta el compost es de muchísima más calidad que en las zonas donde se hace recogida con contenedores. La implicación de la ciudadanía es fundamental para luego poder transformar estos residuos en recursos.
¿Quieres decir que la basura orgánica que separamos en casa impacta en un proyecto de restauración ecológica?
Muchísimo. Es fundamental hacer una buena separación selectiva de los residuos en casa para luego poder aprovechar los productos que se generan, como el compost, en los proyectos de restauración. Si tenemos muchas impurezas, o “impropios” como decimos nosotros, es decir, plástico, cristal, metales, etc., al final el compost que se genere no se podrá aplicar al suelo, o requerirá de mucha inversión a nivel tecnológico para poder eliminar estos materiales. Como siempre que hablamos de estos temas la implicación de la gente es fundamental.
Una pequeña acción en casa impacta para todo un proyecto de investigación y de restauración ecológica ¡Increíble!
¡Tal cual, la concienciación y la acción de la gente es un aspecto clave cuando hablamos de temas ambientales... volvemos a la vertiente social de la ecología!
2. EL DATO
30.000 árboles y arbustos fueron plantados entre 2016 y 2019 con “Cocoon”, una tecnología innovadora en lugares diferentes de la cuenca mediterránea como Cataluña, Valencia, Almería, Italia y Grecia– y en las Islas Canarias.
Cantera restaurada, donde antes solo había suelos degradaos, tras el proceso de restauración se logró recuperar el paisaje perdido. Crédito: Archivo personal de Vicenç Carabassa
3. DESTACAMOS
Tiurana, la historia de un pueblo desalojado
Ubicado en el valle del río Segre, era un pueblo con encanto, mucha historia y un patrimonio monumental muy valioso. Pero todo cambió debido a la construcción del pantano y embalse de Rialb, que comenzó en 1992 y quedó oficialmente inaugurado recién en el año 2000.
El 4 de mayo de 1999, las aguas del embalse de Rialb anegaron todas las tierras aledañas, provocando una alteración del paisaje y un impacto ecológico de grandes dimensiones. Además, de obligar la relocalización total de la comunidad de 230 habitantes. En 2007, el municipio de Tiurana fue reinaugurado en la provincia de Lérida, Cataluña, donde actualmente se halla, situado en la comarca de la Noguera.
4. RECOMENDADO
“The Diversity of Life”, de Edwar O. Wilson
Una cita que liga mucho con lo que estábamos comentando ahora, que es de Edwar O. Wilson, publicada en “The Diversity of Life”: “The next century will, I believe, be the era of restoration in ecology” (1992). Esto lo decía en la década de los noventa hablando del siglo XXI. Más que una cita erudita es un deseo, esperando que este siglo realmente sea un siglo de cambio de modelo, y nos tomemos el tema de la naturaleza, de los servicios ecosistémicos, y de la necesidad de conservarlos mucho más en serio. Dejar de destruir y empezar a restaurar lo que hemos destruido. ¡Y hacerlo ya! Que vamos con mucho retraso...
Un aprendizaje: con una simple acción en casa como la de separar residuos orgánicos logra reducir nuestro impacto ambiental y también nos permite colaborar en la recuperación del daño causado y la mitigación del cambio climático. Y, entonces, tú: ¿qué esperas para separar la basura del día de hoy?