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El precio oculto de comer pescado
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Informe de WWF
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Un informe para reflexionar sobre los hábitos alimentarios y la gestión de los recursos naturales
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Septiembre, 2006. Un informe: Fish Dish – exposing the unacceptable face of seafood (El precio oculto de comer pescado)
de la Organización Mundial de Conservación (WWF Internacional) pone al
descubierto que algunos de los platos de pescado más populares en
Europa son producto de la pesca destructiva, ilegal y derrochadora de
recursos de los recursos marinos.
Los mariscos, por ejemplo, es un manjar popular y saludable en la
dieta de los europeos. La media europea de consumo de mariscos es de 22
kg por persona y año, aunque los portugueses comen hasta 56 kg y rusos,
noruegos e islandeses pueden consumir hasta los 90 kg por persona y
año. El informe basa su análisis en los pescados que incluyen algunos
de los platos más típicos: fish and ships (bacalao y patatas, típico
del Reino Unido), sushi, pez espada a la plancha, marisco para la
paella, langostinos al vapor y filete de lenguado. El análisis persigue
ilustrar los problemas ecológicos que causamos al medio marino para
conseguir estos pescados, pero a la vez también se apuntan las
soluciones como la ecoetiqueta del Marine Stewardship Council (MSC) que garantiza al consumidor que los recursos de las pesquerías marinas son sostenibles.
En el caso de la platija y el lenguado, muy apreciados por su carne
blanca y sabrosa, la mayor parte de las capturas provienen de
pesquerías europeas más destructivas. Hasta el 80% de algunas de ellas
en el Mar del Norte se tiran por la borda muertas o moribundas, por ser
demasiado pequeñas o de menor valor que el resto de los peces.
El filete de pez espada, muy degustado a la plancha, llega a la mesa
pagando un alto tributo en vida marina. Por ejemplo, la flota marroquí
ilegal de redes de deriva, que pesca el pez espada para los mercados
europeos, captura dos tiburones por cada pez espada. Cabe recordar que
su matanza se ha estimado en unos 100.000 tiburones al año.
El pescado con patatas que tanto gusta es el plato con más ingredientes
procedentes de la sobrepesca; las capturas globales de bacalao han
caído un 70 por ciento en los últimos 30 años. Si los stocks continúan
cayendo a la media actual, no habrá más bacalao en nuestro menú en
menos de 15 años.
Asimismo, el apreciado sushi y sashimi se prepara con el atún rojo, que
está siendo saqueado por los pescadores piratas. Casi la tercera parte
de la captura de esta especie, la más cara del mundo, proviene de la
pesca ilegal, sin regulación ni control, siendo su mayoría extraída por
la flota de la UE.
En el caso de los langostinos, la pesca de arrastre para conseguir este
manjar está devastando los fondos marinos y su fauna, tales como la
estrella de mar, los moluscos y otros crustáceos. En el oeste de
África, las flotas de la UE están pescando una gran gama de pescado,
gambas y calamares para preparar los platos típicos en Europa como la
paella. Los barcos están devastando los recursos marinos de forma
severa en la región y amenazando así la seguridad alimentaria y los
futuros ingresos. En Senegal, donde el 75 por ciento del país depende
del pescado como fuente vital de proteínas animales, el colapso de los
stocks pesqueros se convertiría en un desastre humanitario.
La mayoría de la actividad pesquera en aguas europeas está en
decadencia por un exceso de presión especialmente en el Mar del Norte,
el Océano Atlántico nordestal y el mar mediterráneo. En las lonjas de
pescado llega a penas un 10 % de lo que había hace 30 años. Los
problemas de agotamiento de los caladeros marinos también se extiende a
los países donde pescan las flotas europeas. La flota pesquera de la
Unión Europea es superior a la capacidad de regeneración de los
recursos marinos. Esta situación se ve además acrecentada por los
subsidios que otorga la UE a sus pescadores y que suma unos 500
millones de euros al año para mantener los barcos pesqueros.
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Las artes de pesca, particularmente redes de arrastre, puede ser
extremadamente perjudiciales para los habitats marinos frágiles. La
captura de peces juveniles no aptos para ser comercializados debido a
las redes no adecuadas y los aparejos no selectivos obliga a deshechar
un valioso recurso lo cual además supone la destrucción de las
poblaciones de muchas especies. Actualmente, además la piscicultura
marina se añade como una nueva amenaza para los hábitats marinos. Sin
embargo, no es menos cierto que es posible una industria pesquera
sostenible para lo cual los gobiernos deberían regular la forma en que
se pesca y a la vez advertir al consumidor de lo que conlleva comer
determinados alimentos marinos. |
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