Abril, 2013.- El autoconsumo con energías limpias debería ser un derecho porque contribuye al ahorro de emisiones de efecto invernadero. Y debe ser un derecho porque existe la tecnología para contribuir a esta necesaria reducción de emisiones. En el ámbito doméstico, en el de nuestras casas y pisos, esta fuente de energía es la energía solar fotovoltaica y térmica. El autoconsumo de electricidad en diferentes modalidades existe en Estados Unidos desde hace más de una década, así como en otros países como Alemania, Bélgica o Italia en la Unión Europea.
En España, se aprobó el Real Decreto 1699/2011 que regula la conexión a la red de las instalaciones de producción de energía de pequeña potencia, hecho que abrió las puertas legales al autoconsumo. Sin embargo, mientras muchos profesionales esperan como maná del cielo que el Ministerio de Industria se digne a aprobar el reglamento que desarrolle y regule el autoconsumo para permitir su implantación, los oligopolios energéticos impiden que se apruebe, como señores que son de los políticos.
Normas para que nadie las entienda
Hasta ahora, todo se ha planteado en unos términos de forma que el ciudadano quede al margen. Lo que funciona es el llamado balance neto, medición neta o “net metering” que permite que la energía sobrante de una instalación doméstica se inyecte a la red a cambio del derecho a consumir la electricidad equivalente cuando sea necesario para el usuario. Esto se puede hacer de forma individual, en cada vivienda (balance neto individual), o agrupando varias viviendas (balance neto compartido). En cualquier caso, la clave está en la potencia de producción de electricidad solar que podría ser razonable por vivienda para mantener la estabilidad de la red eléctrica y para prevenir sobredimensiones que desvirtuarían la idea de fondo del autoconsumo. Y aquí es donde se ceba el debate.
Muchas de nuestras viviendas podrían ser libres de emisiones si nos aplicásemos en el balance neto. Si el Gobierno no lo permite, hay que asaltar tejados y cubiertas con energía solar pacífica. El kit fotónico de la Guerrilla Solar es una de estas posibilidades.
Luego, los oligopolios energéticos defienden que, por verter el excedente de una instalación solar doméstica a la red se pague un peaje. Algunos pro-renovables exigen que se compense adecuadamente. A la vez, algunos venden, como nosotros, kits de autoconsumo de fácil instalación, mientras otros aprovechan la legislación actual para montar instalaciones fotovoltaicas que funcionen en modo de autoconsumo sin generar excedentes pero cubriendo consumos instantáneos.
El derecho a las renovables reguladas como una tarifa eléctrica
La clave de la lucha a favor del autoconsumo no son los aspectos técnicos, sino entender que se trata de un derecho y no de una forma de “negocio”, o generación alternativa energética. Por eso, la Fundación Tierra viene defendiendo la necesidad de presionar al Gobierno para que establezca una tarifa de autonomía energética que, al igual que el llamado Bono Social Energético, fije unas condiciones de potencia con energía solar fotovoltaica y otras tecnologías renovables proporcional a la potencia de la acometida eléctrica contratada y en base al consumo medio de la vivienda en los últimos años.
En España, este país en que se nace experto en trapicheos y que se votan mayoritariamente a los políticos que los permiten sin punidad, -será por eso que hay tanto político corrupto-, nadie quiere oir de regular un derecho. Sino de abrir la brecha a nuevos trapicheos, en este caso, energéticos. La Unión Española Fotovoltaica denuncia que la actual limitación de conexión a red no permita las plantas de generación distribuida de más de 100 kW.
El panel de la Guerrilla Solar puede ser colocado fácilmente para contribuir a ahorrar hasta un 10 % del consumo de la electricidad personal anual.
Mientras los oligopolios energéticos mueven los hilos de los representantes gubernamentales para que el analfabetismo energético continúe, nadie, ni ecologistas, ni empresarios de las renovables, lanza la necesaria desobediencia energética.
La hora de la desobediencia energética
Es hora de que se apele a la desobediencia energética y que la ciudadanía instale en sus tejados pequeñas centrales energéticas para el autoconsumo. Para ahorrar energía sucia, para evitar la importación de combustibles fósiles, para la autonomía energética, para evitar emisiones de efecto invernadero. Por sentido común.
La Fundación Tierra lanzó en el año 2009 su campaña de la Guerrilla Solar fabricando un kit de autoconsumo, el GS 120 kit de la Guerrilla Solar que en ningún caso, por su escasa potencia de 120 W, era ilegal. Sin embargo, permitía ahorrar un 10% del consumo eléctrico de una persona. Se fabricaron unas decenas de unidades. El gobierno sigue sin regular el autoconsumo, por lo cual esta entidad sigue defendiendo que se cree una "tarifa de autogeneración renovable", una tarifa de los Wh que generan y vuelcan a la red las instalaciones fotovoltaicas domésticas. Sólo de este modo se podrá gestionar en una misma factura de la comercializadora de electricidad, una acometida de consumo y una de autoconsumo. Sin la existencia de esta tarifa eléctrica definida por el gobierno no hay nada que hacer.
Ciudadanos solares participando de una instalación solar urbana, las llamadas olas solares.
De hecho, la Fundación Tierra ya denunció en 1999 que el sistema de primas a las renovables era un error e incluso planteó un contencioso administrativo contra el Real Decreto 2818 de 1998. En el año 2004 impulsó la primera huelga solar para protestar por la normativa fotovoltaica, mientras empresas y bancos se hacían ricos con gigantescos parques fotovoltaicos. Simplemente, nos limitábamos a hacernos eco del mensaje de Hermann Scheer, argumentado en su obra Autonomía energética y en su obra póstuma El imperativo energÉtico, donde advertía de cómo los oligopolios energéticos utilizan el miedo y la desinformación para desautorizar las renovables.
El kit fotónico de la Guerrilla Solar nuevamente como arma pacífica a favor de las renovables
La Fundación Tierra facilitó la publicación de estas obras del visionario Hermann Scheer ya que consideramos que eran textos imprescindibles para superar el analfabetismo energético actual. Ahora, y como protesta por todo lo que está sucediendo contra las renovables ha puesto a precio de risa las últimas unidades del kit fotónico GS120 Guerrilla Solar. En España existen más de cincuenta “guerrilleros solares” que adquirieron este kit al precio justo de lo que había costado. Ahora, Fundación Tierra considera que su aportación para impulsar la desobidencia energética exige rebajar el precio de la Guerrilla Solar a un coste puramente simbólico (350 €).
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