Enero, 2014.- La cantidad de hielo marino sobre el océano Ártico se ha desplomado en las últimas décadas lo cual no es más que una manifestación inequívoca del incremento de la temperatura planetaria como resultado del rápido aumento de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.
Gráfica de la evolución el hielo acumulado en verano y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Nótese como la reducción del hielo de verano en el océano Ártico y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera evolucionan casi a la par como si una fuera el espejo de la otra desde el año 1000 hasta el 2013.
Después de permanecer por debajo de 300 partes por millón (ppm) unos 800.000 años, la concentración de CO2 en la atmósfera se ha disparado en el momento en que la civilización humana empezó a quemar de forma frenética combustibles fósiles. En 2013, el CO2 atmosférico promedio alcanzó las 396 ppm, cada vez más lejos de las 350 ppm que los científicos recomendaban no sobrepasar. Y cada vez más cerca a las 400 ppm que nos sitúan en un umbral de consecuencias imprevisibles para el clima planetario.
Nótese como la reducción del hielo de verano en el océano Ártico y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera evolucionan casi a la par, una espejo de la otra, desde el año 1000 hasta el 2013.
El dióxido de carbono atrapa el calor y evita así que éste se escape al espacio, por lo que contribuye al calentamiento del planeta, algo necesario para la vida mientras se mantenga en un intérvalo de temperatura adecuado. Además del dióxido de carbono, en la atmósfera hay otros gases que atrapan el calor, pero el CO2 añadido por la civilización humana ya ha incrementado la temperatura de la Tierra en 0,8 grados Celsius desde finales del siglo XIX.
El exceso de calor está derritiendo la nieve y el hielo alrededor del mundo, incluyendo el hielo marino ártico. Esto está cambiando la faz del planeta tal como la conocemos y, sin embargo, seguimos como si la cuestión no fuera con nosotros. Por unos 1.500 años, el grosor de hielo permanente sobre el océano Ártico en el Polo Norte del planeta, fluctuaba relativamente poco, en torno a 10 millones de kilómetros cuadrados. Sin embargo, en los últimos veranos, esta reducción ha llevado a que el hielo sólo cubriera la mitad de su área habitual. Mientras las temperaturas siguen aumentando el hielo Ártico de verano sigue encogiéndose.
Sobran las palabras a esta imagen facilitada por la Agencia norteamericana NOAA.
De momento, las empresas energéticas de los combustibles fósiles y la minería sólo ven en ello oportunidades para extraer más gas y petróleo y minerales. De nosotros depende que la reducción de la superficie de hielo Ártico de verano no sea el último aviso antes de un fatal episodio planetario que supere toda previsión y sea peor que la ficción más pesimista. El cambio sólo vendrá cuando cambiemos cada uno nosotros por amor a nuestro hogar común.
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Traducido y adaptado de "Arctic Sea Ice Freefall is Mirror Image of Carbon Dioxide Ascent" de Emily E. Adams, publicado el 23 de Enero de 2014 en Data Highlights de Earth Policy Institute. Publicado y traducido con el permiso expreso de Earth Policy Institute. Copyright © 2014 Earth Policy Institute.