Para acercarme a la naturaleza, a sus ritmos, a sus vivencias, a sus
aromas...no se me ha ocurrido algo mejor que ofrecerme de casero en un
proyecto rural de vida sostenible. Los cuidadores de Más Lluerna con
los que tengo el privilegio de compartir amistad y más cosas,
precisaban de unos días de relajo otoñal en climas más apetecibles y
para ello, alguien que cuidara de ese espacio de laboreos vitales que
lleva trece años de evolución como un genuino modelo de vida simple y
ecológica en el entorno rural. Bien, me dije, este es el momento de
sentir durante tres días lo que representa el manejo de las cosas
cotidianas en tan querido espacio. Alimentar a los animales de granja,
cuidar y prevenir sobre las heladas en la huerta, y alimentarme en
parte de sus productos, aprovisionarse de agua de riego, caldear la
vivienda usando la limpia energía del sol...
Comienzo mi pequeña aventura, eso si controlada pero igual de
emocionante, de estar solo y ser cuidador del espacio querido. Una
lista de procesos a seguir, con todo detalle, y que ha ocupado más de
seis folios fue necesaria de elaborar durante el tallercillo previo de
aprendizaje al que unas semanas antes me sometí sin más remedio. Y es
que uno quiere ser eficaz y elegante al mismo tiempo, previendo las
complicaciones y con el objetivo de salir airoso de las misiones que me
encomiendo para compartir y para mi crecimiento como un humano simple y
alegre.
Durante estos días he tenido que alimentar a 11 gallinas y dos
gallos, 3 pavos, 14 patos y dos gatos. Todos en la finca cumplen con su
función permacultural. Las gallinas se han comido todos lo restos
orgánicos de mi comida, aparte de una mezcla de cereal y maíz, siempre
procedentes de cultivo ecológico, al que cada mañana, a primera hora,
un novato ecograjero tenia que hacer frente, y algo que parece tan
sencillo, pues hasta que no te acostumbras, cuesta lo suyo. Entre las
gallinas había una clueca, la que se dedica a incubar esas dosis
huevuda de proteínas con las que cada mañana me he tenido que apañar
para sustraerle. No he tenido que levantarla ningún día, ya que
aprovechando el aporte de papeo, saltaba igual que las otras. Otra
observación ha sido otear como los animales de mayor porte mandan en el
papeo, los pequeños revolotean y pillan lo que pueden más algún
picotazo cuando osan invadir espacios de privilegio. Vamos, que me
parece una similitud con mucho de lo humano, y es que entre nos y las
aves igual tampoco genéticamente hay tanto. Por otro lao, los gatos
mantienen a raya a todo osado roedor que se acerque a la casa. Aunque
tienen competidores, nocturnos eso sí, dos lechuzas comunes que también
viven en la zona del alero sur de la vivienda y que son impecables
cazadoras. A estas no les tengo que dar de comer, ya se apañan solas.
Si he tenido algún problema con las aves de corral, no ha sido otro
que el del clic de sonido de un móvil moderno que por motivos de kurro
me ha llegado a las manos. Resulta que el sonido que más me sedució
para avisar de las llamadas fue el de un gallo matinal, y han sido más
de dos veces, lejos del gallinero y perdido en otras labores, cuando
oía a un gallo cantar donde uno de verdad no podía estará esas horas.
Ha sido divertido correr a cogerlo después de despejarme sobre la
procedencia del sonido, para nada verdadero, de gallo alegre virtual. Debo
decir que he ido a dos huevos por día y que dos tortillas, una de queso
y otra de patatas, me han salido a laica gloria bendita. Bueno, de los
tomates variedad especial que tienen los lluernas en su despensa,
bueno, de estos no te hablo mucho porque tendria que ponerme goloso
incluso, ...en mi vida he probao tomates más sabrosos. Y es que dede
ser que a los frutos de la tierra si les has echao tus buenas energías
además de los buenos cuidados, que los puede superar?
Bien, no he tenido problemas en recoger a las gallináceas y los
pavos felices, que al caer el día se van acercado al cobijo por su
cuenta. Tenia previsto echar mano de algo de comida para los
más traviesos, esos a los que les cuesta recogerse, pero no, no he
tenido más dificultades que las de un pavo revoltoso que hasta se
animaba a subir a un árbol y hacer un vuelo, que forzaba y acababa con
tortazo importante sobre la pista de aterrizaje del corral. Es que mira
que los pavos como son, pues eso, los pavos.
Ahora, con los patos, estos son tremendos. Cuando andaba trasteando
para coger el suministro matinal para los miembros del corral, estos en
rigurosa fila india y con su graznido habitual acudían curiosos y algo
extrañados, a la zona donde un humano no habitual hacia lo que más les
gustaba a ellos a esas horas, abrir los bidones suministradores de
papeo. Lo mismo que para las gallinas, una mezcla de cebada con maíz no
tardaba en desaparecer, todo en un visto y no visto. Después del
almuerzo, aporte mineral vía montón de arena con piedrecillas, de esta
forma los patos muelen sus nutrientes energéticos, al poco un vuelo
alegre y rasante rumbo a la balsa y a la, a patear.
Partes (II) y (III) |