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No
basta con sentir la ecología, hay que practicarla. Aunque mi movilidad
mayormente es en bicicleta y transportes colectivos, a veces hay que
echarle la mano al coche. Ya me he documentado bastante en conducción
con menos gases, pero enterado de que se hacen unos cursos de
conducción económica por parte del Real Automóvil Club de Cataluña con
subvención del Instituto para la Diversidad y el Ahorro Energético
y me he apuntao. Son tres horillas en que por grupos de 4 personas
primero se hace un recorrido urbano tal como uno conduce, luego te dan
algunos consejillos y finalmente otra vuelta para practicar lo
aprendido. La verdad es que de entrada uno como que lo ve con algo de
escepticismo, sino fuera por que los ordenadores de abordo no mienten.
En fin que al final los resultados me han dejao helao (a pesar del
calorcillo ambiental).
Lo primero es recordar que del 100 % de la gasolina de consume un coche
un 62 % se vaporiza por pérdidas del motor, que un 17 % lo hace en el
ralentí (de 0,4 a 0,7 litros hora) y sólo un 15,5 % se transforma en
energía para mover las ruedas del vehículo. O sea que ya que nos
movemos con máquinas tan ineficientes como mínimo que por nuestra
actitud y por falta de técnica no la desaprovechemos todavía más. En
los coches modernos sin carburador al ponerlos en marcha no hay que
calentar el motor puesto que se regulan electrónicamente. También es
conveniente pisemos el embrague para ponerlo en marcha. En realidad, en
el coche de prácticas de este cursillo para ponerlo en marcha uno
aprieta un botón pero hay que tener pisado el embrague ya que de este
modo el motor de arranque no tiene que mover nada de la caja de cambio
y permite el lubricado desde el inicio.
De todas maneras el meollo de la cuestión para ahorrar está claro que
va de revoluciones. En un motor de gasolina se debería cambiar de
marcha entre las 2.000 y las 2.500 revoluciones y en uno de gasóleo
entre 1.500 y 2.000. Eso puede realizarse porqué los coches de
inyección (la totalidad de los modernos) lo permite sin perder
eficacia. Así las cosas a 10 km/h hay que poner ya la segunda, a 30
km/h la tercera, a 40 km/h la cuarta y a 50 km/h ya podríamos poner la
quinta marcha y de este modo nos mantenemos en una buena conducción. A
la vez, el uso de marchas largas da algo más de velocidad al vehículo
con lo que con la propia marcha en bajadilla no hay ni que apretar el
acelerador. Los aceleradores son muy sensibles y inyectan gasolina a la
mínima que los tocamos. Además, lo suyo es llegar al semáforo con
previsión y de esta forma con el coche embragado y sin acelerar a penas
se consume. Otro dato importante es que el consumo crece con el
cuadrado de la velocidad. Pero lo alucinante es que resulta que
mientras no se mantenga pisado el acelerador y con la marcha
engranada a una velocidad superior a 20 km/h el consumo de carburante
es nulo. Así que ojo con el punto muerto puesto que es un error muy
común. Mantener la marcha engranada hasta llegar al semáforo y sólo
detenido poner el punto muerto para que no se cale.
Con estos consejillos los participantes en la sesión hemos podido
comprobar que se consiguen ahorros del 30 al 40 %. Pero veamos lo que
sucedió. En la primera vuelta yo que tenía cierta ventajilla pero sin
técnica me he dado una vuelta a un velocidad media en circuito urbano
de 13,1 km/h (con la bici, tengo una media de 18 km/h y sin generar
gases con efecto invernadero) y un consumo de 10,6 litros en un Renault
Megane. En la segunda vuelta el tráfico era peor y la velocidad se ha
reducido a 12,5 km/h pero mi consumo ha bajado a 6,7 km/h (el record de
la tarde) o sea una reducción del 37 %. Aplicando esta técnica de
conducción económica con una media anual de 20.000 km el ahorro de
media de los participantes a la sesión habría sido de 764 euros por
cabeza. Y se empezamos a hacer números resulta que aquello de que los
pequeños cambios son poderosos toma forma en mayúsculas. En Cataluña
hay 3,3 millones de coches que consumen un 3 % de la energía primaria y
producen unos 2 millones de toneladas de CO2. Aplicando la conducción
económica se pueden ahorrar una media anual de 240 litros de sucio
petróleo por vehículo que corresponden a 580 kg de CO2.
Así que a recordar y aplicar el uso de marchas largas sobre un mínimo
de revoluciones del motor como hemos comentado puesto que el consumo de
carburante es menor. Cuando mayor sea la cilindrada del vehículo, el
circular con una marcha más larga supone un mayor impacto en la
reducción de consumo. Otro concepto importante es el del par
motor o sea en la energía que lleva el motor al girar las ruedas.
Así hay que frenar aprovechando la propia resistencia del motor. A la
hora de frenar lo suyo es levantar el pie del acelerador, dejar que el
coche ruede con por su propia inercia con la marcha engranada y situar
el pie sobre el pedal del freno y efectuar las correcciones para
ajustar la velocidad. De esta manera se experimenta una frenada
progresiva con un menor desgasta del embrague y de la caja de cambios a
la vez que un menor consumo de carburante. Como que no se reduce la
marcha se evita pasar por el punto muerte en el cual el consumo no es
nulo (motor al ralentí). En los cambios automáticos hay modelos en los
cuales se puede escoger una selección de conducción económica (ECO),
pero todavía están poco implantados en nuestro país.
A mi ya me han dado un diplomilla en conducción económica pero lo mejor
de la sesión ha sido comprobar como con algo de técnica pero también de
actitud puede conducirse ahorrando carburante y por tanto de emisiones
tóxicas. Además rodar con baja revolución incide positivamente en la
reducción del ruido. Un coche a 4.000 revoluciones hace tanto ruido
como 32 vehículos a 2.000 revoluciones. Además un estilo de conducción
económica está impregnada de tranquilidad por lo que se evita el estado
de estrés producido por el tránsito en las ciudades. Si no puedes
acceder a este cursillo, el manual de conducción editado por el IDAE lo
tienes aquí. Con su lectura te pones a tono. También la Dirección General de Tráfico realizó un reportaje que puede interesarte.
Está claro que a la velocidad media del transitar en coche por una
ciudad no compensa el impacto ambiental en contaminación y ruido. La
bicicleta y los transportes colectivos son la solución a la movilidad
urbana y con la bicicleta plegable se combinan ambos sistemas de
movilidad. De todos modos, con esta lección que he aprendido que os
traslado aquí para que la cuentes al vecino sobre esto de la conducción
económica la puedes complementar con la publicación del IDAE que os podéis descargar de internet
y así apuntaros al club de rodar con menos emisiones. Para que luego no
digan que no hay estilos más ecológicos… Sólo falta practicar. Anímate
y practica la conducción económica, aunque recuerda que la más
económica es pedalear, andar o tomar el metro o el bus…
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