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Luna Nueva y el
sol del amanecer sobre el vapor de agua de una central térmica, símbolo
de una región que también apuesta por la energía solar.
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Tren Estrella nocturno Gijón–Barcelona en Palencia, esperando incorporar el comboi procedente de Salamanca .
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La revista Paisajes de Renfe, con un reportaje del entorno geográfico de la lectura que escogí para este viaje: Recuerda Mundo.
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Hace
una semana tenía un primer contacto con los valles interiores asturianos viendo la película Cenizas del
Cielo y siete días más tarde me adentraba en persona en la realidad ambiental asturiana. Como suele suceder,
toda película tiene más allá del argumento un trasfondo propio. Y el
de Cenizas del Cielo
le deja a uno dos cosas claras: la hospitalidad de los asturianos y la
belleza de su paisaje, con sus luces y sus sombras. Así que una semana
después de degustarme este film, el azar me situaba en el valle
asturiano de Langreo invitado por Enernalon,
la FUNDACIÓN AGENCIA LOCAL DE LA ENERGÍA DEL NALÓN, entidad sin ánimo
de lucro creada en el año 2000 con carácter técnico y
socio-económico. El esforzado equipo de Enernalon ha organizado unas
jornadas para hablar sobre Energías renovables,
movilidad y cambio climático. Con ponentes de excepción –como Emilio
Menéndez (Premio SolyPaz 2005) y el técnico Andrés Olay, de la Oficina para la Sostenibilidad y el Cambio
Climático y la Participación de Asturias– me he ilustrado sobre la realidad socioambiental de esta autonomía.
Así, a pesar de que el 72 % de las emisiones provienen de la generación
eléctrica, esta región sólo está un 21,5 % por encima del compromiso de Kyoto y muy
por debajo del 52 % de más, media de España. Por su parte, Emilio
Menéndez recordó que el gallo de la energía cantará tres veces. La
primera en 1973, con la crisis del petróleo, que suposo el despegue de
las renovables. La segunda ha sido en el 2008 y nos advierte de
la necesidad de tomar un giro para reducir las emisiones, y
probablemente la tercera será en 2020, si es que Europa no ha asumido aquello
del 20 % de eficiencia, 20 % de reducción en el consumo energético y
del 20 % de renovables. Pero ya se verá. Emilio también ha defendido la
necesidad de las centrales térmicas de carbón para estabilizar el sistema eólico
español. Pero más pesimista que otros, este ponente, miembro de Ecologistas en Acción, ha recordado
la necesidad de empezar a adoptar medidas para adaptarnos al cambio
climático.
Por mi parte, ya que debía aportar recomendaciones en la lucha contra el cambio climático, he empezado predicando con el ejemplo y el viaje entre Barcelona y Langreo me lo realizado en
tren hasta Mieres. La ida, en trenes diurnos vía Madrid y la vuelta directo en el Estrella
nocturno. En total, unas veintidós horas de viaje, aunque catorce de ellas
nocturnas. Pero es que de esto va precisamente la sostenibilidad:
dedicar nuestro tiempo para evitar emisiones, como sucede cuando
viajamos en tren en lugar del sucio avión. Invertir en tiempo de viaje también nos permite saborear con más gusto el lugar
de visita. Y en este caso, mi visita era especial no sólo por tratarse de la actividad de una
entidad comprometida como Enernalón, premio Eurosolar 2004,
sino porque recibíamos un símbolo de su admiración también hacia el
trabajo de la Fundación Tierra, a la que han reconocido con un Diploma Verde. Para mí, estas intensas horas en la Asturias Sostenible han servido para comprobar
sin trampa ni cartón la amabilidad y el compromiso ambiental de estos asturianos. Quizás por aquello de que
este pueblo comparte en la sidrería el mismo vaso, que va circulando de
mano en mano mientras se degusta a pequeños sorbos. Quizás porque de sorbo
en sorbo uno va sintiendo cómo la esencia de la tierra va penetrando
lentamente y con ella el carácter hospitalario que los caracteriza. Si,
además, la sidra va acompañada de pequeñas tapas de productos locales, la
gloria se alcanza sin duda al poco rato. Pero quizás lo mejor ha sido
poder compartir el espíritu comprometido del equipo de Enernalón: de
Manuel Angel, Mercedes y Marta y de algunos de sus patronos, como la Vicealcaldesa de Langreo.
El cómputo temporal de esta vivencia mía asturiana ha estado a partes
iguales de tiempo de viaje y de permanencia en el lugar. Efímeros ambos, pero no por ello igual de intensos y placenteros. Durante el
viaje he tenido tiempo suficiente para dejarme seducir por el
paisaje otoñal de los robles coloreados y degustarme un libro de cabo a rabo; para la ocasión escogí la obra Recuerda
Mundo, de Virginia Ferrer. Una novela que transcurre en Albacete y en
concreto en los parajes del nacimiento del río Mundo. Una novela de
trama ecológica en la que no falta el amor, el misterio, la traición, los
asesinatos y por fin el epílogo, que sólo la memoria del agua puede
escribir. Otra casualidad ha sido que precísamente en la portada del número de noviembre de la revista de Renfe,
Paisajes, que se distribuye en los trenes de largo recorrido, venía anunciado un
reportaje dedicado a Albacete y el río Mundo. Así que las concidencias me han acompañado en este efímero viaje hacia el Norte.
Mientras el nocturno hacía su andadura a tempo lento, me he
saboreado el final del libro, justo cuando el tren se ha detenido en
Palencia. Allí me he apeado para observar el enganche de los vagones que
provenían del ramal de Salamanca. Luego, terminada esta maniobra de
"sostenible gestión ferroviaria", me he entregado a los
brazos de Morfeo y así, entre los sueños y el traqueteo de la vía, me ha
quedado impreso un feliz recuerdo de este viaje en el que la
hospitalidad asturiana me ha seducido; no he tenido el tiempo del
escocés de Cenizas del Cielo, pero sí
suficiente como para tener claro que es una buena tierra para
conocer mejor en turismo sostenible. Me han quedado ganas para poderme adentrar en el Parque Natural de
Redes y recorrer otras rutas siguiendo la red de FEVE
en la región. Sin olvidar el interés por la historia del
carbón y la huella que éste ha dejado en sus gentes (muerte,
prejubilaciones, reconversión, lucha sindical, etc.). Sin embargo, más
allá de todo lo socioeconómico, que siempre tiene su complejidad (incluido el olor a ácido salicílico con
el que se preparan las aspirinas de toda Europa), me he acordado de las
empresas que se han lanzado a fabricar componentes para las renovables,
como Rioglass Solar, Metalsolar o Astersa, (presentes en la jornada antes mencionada), para que luego
digan que en Asturias no hay más que carbón… Y es que entidades como
Enernalón o la Fundación Asturiana de la Energía tienen puesto todo su
empeño y buen hacer para que esta región, que tiene un 24 % más de sol
que Berlín, también abrace la sostenible economía solar.
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