Hay cosas que no se pueden comparar aunque aparentemente tienen la misma función. Para muchos pueblos indígenas, que son ágrafos, la lectura de material impreso no tiene mucho sentido porque todo se transmite a través de la memoria en lenguaje oral. La escritura nos permite conservar por generaciones determinadas informaciones, ya sea sobre piedra, papirus, madera, papel, etc. Todos sabemos que un ebook durará como tecnología tanto como, en el mejor de los casos, los cassetes de música. Y es que la electrónica evoluciona constantemente. Mientras discutimos sobre si ebooks o libros impresos puede que acabemos con implantes WIFI que nos permitan descargar directamente sobre el cerebro cualquier obra y gozarla a través de un estado parecido a la meditación.
El mercado del libro impreso de segunda mano goza de buena salud. Imagen: Fundación Tierra
Como somos herederos de una cultura dualista necesitamos discernir entre bueno-malo, ebook-libro. La greña entre los sectores está servida. Un estudio del Royal Institute of Technology de Suecia, afirma que un ebook compensa a un libro cuando se han leído un mínimo de 33 obras digitalizadas de unas 360 páginas.
El papel e impresión de un libro puede dejar una huella de carbono de 0,250 a 0,950 kg por libro. Para un lector de ebook todavía no se han calculado los factores de huella de carbono. Pero, para hacernos una idea, Apple informa que su iPad tiene una huella de carbono de 130 kg por aparato (sin contar los efectos de la recarga o el consumo de las baterías que habrá que cambiar hacia los 4 años).
Otros estudios comparativos en cuanto a emisiones de CO2 se centran en la baja emisividad de los 170 kg de papel consumidos por español que argumenta Aspapel. La microelectrónica convertida en residuos tóxicos por cada español se cifra entre 2 y 5 kg por persona, de la que se recicla menos del 30%. Con la microelectrónica no sólo hay que considerar el problema de la huella de carbono sino también la toxicidad de determinados componentes (arsénico, zinc, cobre, etc.) y del uso de materiales estratégicos de alto impacto ecológico como el coltán de los chips, o el propio litio de las baterías.
La celulosa extraída de los árboles es un material renovable, especialmente, si se gestiona el bosque adecuadamente (por ejemplo, bajo un estándar tipo FSC). Los materiales de un ebook son todos ellos materiales no renovables (metales, plàsticos, cristales tratados, etc.) que dejarán una profunda huella en nuestro planeta, en forma de paisajes arrasados por la minería y escombreras tóxicas, pues la metalurgia no es precisamente una técnica de bajo impacto. Tampoco está libre de impacto ambiental la edición impresa tintas con pigmentos tóxicos, colas y disolventes del offset con sustancias tóxicas volátiles, etc.).
Seguramente, el libro impreso debe asumir la necesidad de una nueva visión en su producción y esta es la llamada ecoedición. Se trata de una manera innovadora de gestionar las publicaciones con criterios de sostenibilidad; consiste en incorporar en el proceso de edición criterios ambientales y ecosociales que minimicen los impactos negativos derivados de esta actividad, desde el diseño hasta la distribución. Imagen: Fundación Tierra.
Es un debate en el que no sólo hay que considerar el impacto ambiental del producto sino también la energía permanente que supone mantenerlo operativo. En el caso de la microelectrónica todavía no hay datos disponibles por el momento. Si del 65 % de españoles que leen, el tiempo medio no supera los 45 minutos al día, con un lector ebook de pantalla de cristal líquido podrían leer durante una semana entera sin tenerlo que cargar nuevamente.
Un consejo claro es instar a escoger utensilios o aparatos que usan recursos y medios renovables y que no causen daños al entorno (tecnología biomimética) y que no afecte negativamente a nuestros herederos hasta la séptima generación, o sea que la huella ecológica sea mínima.
La lectura a través de pantallas electrónicas cada vez es más cómoda para la visión. Imagen: Wikimedia.
Otra reflexión de fondo que se plantea es si tiene sentido publicar cada año, como sucede en España, más de 70.000 títulos de libros (datos 2009 del INE); lógicamente, en formato ebooks se ahorrarían emisiones. Sin embargo, en contraste, mantener un parque de lectores de ebooks parecido al de los móviles actuales (imaginando una duración de recambio de 4 años) supondría un impacto sobre recursos no renovables estratégicos no valorado por ningún centro de estudios por ahora.
Como en otros sectores de nuestra vida, la dualidad libro-ebook no es más que otra punta del iceberg con el que hemos topado por vivir en un planeta con espacio y recursos finitos. En la actual economía de consumir, sean libros-ebooks, coches con motor térmico o coches eléctricos, existe una perversión total en el hecho que la cadena de valor depende del número de las unidades vendidas. Usar libros de bibliotecas es una buena elección, pero si todos los libros prestados en bibliotecas se rompería la cadena de valor tal y como está concebida. Los autores viven de los réditos por el número de ejemplares vendidos (183 millones de libros vendidos en el 2009 en España). Las polémicas duales persistirán mientras no nos replanteémos la viabilidad de nuestro estilo de vida en una Tierra finita.
Portada del libro El futur dels llibres electrònics sobre paper, pantalla, tauleta o lectors de tinta digital (2011)
El libro (de momento sólo en lengua catalana) El futur dels llibres electrònics sobre paper, pantalla, tauleta o lectors de tinta digital (2011), obra del prolífico periodista e investigador Jordi Bigues, que publica la editorial Pol·len Edicions en su collección Producció neta, aborda la temática de forma rigurosa y llena de datos. La obra analiza que todos los libros que se producen en nuestro tiempo -y desde hace más de dos décadas- son libros electrónicos en el sentido que han sido compuestos y escritos en dispositivos electrónicos y almacenados en diferentes soportes digitales. Además advierte que antes de imprimir cualquier libro este ha precisado de un archivo electrónico que contiene imágenes y textos del libro maquetado y compuesto. En otras palabras, que ya no es posible imprimir un libro a partir de un texto que se ha generado de forma manual, escogiendo la tipografía y el tamaño de las letras a partir de pequeños moldes metálicos de estas. No hay duda pues que la era analógica ha pasado a la historia y ha nacido la era digital. Sin embargo, también es cierto, que el soporte en papel, en lugar del artilugio digital sigue siendo todavía el mayoritario y que probablemente conviva con los ebooks. Esta obra aborda y analiza los tres cambios en el futuro del libro: el de la comunidad lectora, el de los soportes, y el del impacto ambiental de estos nuevos soportes en comparación con los viejos soportes.
Información elaborada por el equipo de redacción de terra.org publicado en la revista Integral en 2010.