En el último día (11 de setiembre 2011) de la exhibición Animales de Museo. El arte de la taxidermia en el Parque de las Ciencias de Granada conocimos también al artista que destaca por su sencillez y grandeza de espíritu, como lo demuestra que casi durante dos años ha permanecido en un “taller” abierto a los visitantes en los que mostraba como trabajaba. Entre las anécdotas de esta exhibición está la visita del director de un importante museo de Nueva York quien imaginaba que la estampida de una docena de cabras ibéricas saltando eran un montaje fotográfico y no una verdadera escultura.
El Parque de las Ciencias de Granada ha mantenido durante dos años la exhibición biológico-artística de Animales de museo. El arte de la taxidermia ante el éxito de la misma y porqué sin duda constituye una verdadera revolución en el objetivo de motivar para la conservación de la vida silvestre. La muestra pues tiene un valor estético pues el artista granadino Antonio Pérez ha convertido la taxidermia en arte en estado puro, pero a la vez para la conservación de la naturaleza por las escenas representadas que incitan al conocimiento de la vida silvestre.
Antonio Pérez en su taller de taxidermia en el Parque de las Ciencias de Granada (septiembre 2011) el último día de la misma.
La taxidermia es una técnica de conservar animales muertos en su aspecto más realista. Para ello el taxidermista prepara la piel o las plumas y moldea esta a partir del esqueleto con ayuda de un relleno para que el conjunto tenga la mayor similitud al animal vivo. Los animales llamados disecados o naturalizados fueron un recurso importante en los museos de ciencias naturales del siglo XIX para mostrar la biodiversidad de un país, región o del planeta. Todos los animales disecados por los taxidermistas procedían de capturas o cacerías. Era también la época de mayor esplendor de los zoológicos; equipamientos donde se encerraban sin libertad y a mayor gloria de los mismos animales salvajes para que pudiéramos conocerlos (aunque nadie se preguntase cuanto vivían en este estado de secuestro "científico").
Zoológicos y museos de ciencias naturales con animales muertos preparados por los taxidermistas (naturalizados) se han argumentado como una fuente de datos científicos de gran valor para la investigación biológica. Sin duda así fue porqué de algunas especies sólo sabemos de su existencia gracias a ejemplares naturalizados en algún museo. En cualquier caso, el arte o la técnica de la taxidermia sigue vigente tanto en los museos de ciencias naturales como para satisfacer a los cazadores que quieren conservar el trofeo del animal cazado. Pero la taxidermia pierde parte de su función cuando la fotografía y el cine es capaz de capturar imágenes no sólo de los animales sino también aspectos inéditos de su comportamiento. Los museos de ciencias naturales deberían revisar pues su función cuando sólo exhiben animales naturalizados (otra cosa es el valor de los mismos para estudios científicos que no para la divulgación).
La escena de caza del leopardo con las gacelas nos muestra una instantánea congelada de la cacería de este felino. Obra de Antonio Pérez en la exposición Animales de museo en el Parque de las Ciencias de Granada.
Aprovechando pieles de animales muertos en zoológicos o procedentes de cazas legales el escultor-taxidermista Antonio Pérez ha desarrollado una técnica taxidérmica en la cual “se une el arte y la naturaleza para conseguir que la belleza sea más duradera”. Para ello ha desarrollado una sofisticada tecnología del equilibrio para crear con sus animales disecados composiciones escénicas en movimiento sustentadas gracias al equilibrio en el peso de los componentes del conjunto taxidérmico. Antonio Pérez parte de visiones de escenas naturales captadas en documentales de vida silvestre para forrar literalmente el conjunto con las pieles de los animales que le facilitan.
La exhibición ecoartística Animales de museo dejó Granada y viajará probablemente a alguna que otra localidad española. En cualquier caso, estamos frente a un artista único en el mundo por su capacidad de dar “vida” a los animales que diseca. Basta con ver la expresión de cada animal para que el espectador quede atrapado por la emotividad que desprende la cara y el cuerpo, ya sea un antílope, un león, un elefante o un oso.
La mirada del oso llena de vitalidad a pesar de ser un animal naturalizado. Obra de Antonio Pérez en la exposición Animales de museo en el Parque de las Ciencias de Granada.
En un país orgulloso de ser (lamentablemente, no es el caso de España que el made in Spain no nos motiva) el trabajo de Antonio Pérez sería convertido en algo icónico. Museos como el Guggenheim de Bilbao debería dedicarle una sala entera a este artista granadino y mostrar de forma permanente sus conjuntos escultóricos más impresionantes. Porqué la obra taxidérmica de Antonio Pérez que el Parque de las Ciencias de Granada ha sacado a la luz es genial. Pero, el genio español no cotiza hasta que algún que otro país nos lo arrebata, pero entonces ya es tarde.
El Parque de las Ciencias de Granada nos descubrió el arte de Antonio Pérez. Ahora deberíamos pulsar para que las obras de Antonio Pérez no permanezcan en un almacén sino que se incorporen definitivamente en un museo de arte dentro de la península ibérica. En tiempos de crisis estimular la permanencia del genio y del compromiso de sus ciudadanos como es este escultor taxidermista granadino debería ser una cuestión de “”Estado”. De momento sólo hay el catálogo de la muestra que se puede adquirir en la tienda del Parque de las Ciencias, pero el arte de Antonio Pérez sigue vivo y estimulado para nuevas obras. Ojalá los promotores culturales de este país se den cuenta del genio y figura de este escultor que convierte pieles de animales muertos en zoológicos en piezas de arte que estimulan la conservación de la naturaleza pues sus escenas son imágenes en tres dimensiones de la vida silvestre de nuestro planeta.
Reportaje: Equipo de redacción de Terra.org. Fotografías: Fundación Tierra.