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Las marismas de Mesopotamia (Hawr Al Hawizah) al sur de Irak se recuperan |
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Foto de satélite (2004) de las marismas del sur de Irak, las zonas inundadas en color negro
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Construcciones típicas de los maadans o árabes de las marismas en las marismas de Mesopotamia.
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Agosto, 2005.
Entre el Tigris y el Eufrates, en lo que la mayoría podemos pensar que
es un desierto y en un país que sólo imaginamos con arena, se encuentran
las llamadas marismas de Mesopotamia. En otras palabras, según se podía
ver en una imagen de satélite del año 1976 donde se aprecia esta zona
natural, las marismas ocupaban una extensión de 8.926 kilómetros cuadrados de
canales, lagunas y zonas inundadas de agua dulce que se extendía a más
de 20.000 kilométros cuadrados con las inundaciones primaverales. En
esta región, una población autóctona con una cultura milenaria, conocida
como los árabes de las marismas o maadans (ma’dan), vivía de los
recursos naturales de la zona y con un particular estilo de vida. Sin embargo, este
enclave natural de una gran diversidad biológica se puso en el
punto de mira de Saddam Hussein en 1991 quien inició el drenaje y desecado
masivo de las marismas. El rais construyó una treintena de presas en el
Tigris y el Éufrates, destruyó los ecosistemas y redujo la superficie
de las marismas. Una imagen de satélite del año 2000 revelaba la
tragedia cuando la zona había sido ya reducida en un 90 %.
En el año 2003 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (Pnuma) lanzó un proyecto para recuperar este espacio único
bajo el nombre de Eden Again. En agosto del 2005 se habían recuperado
un 37 % de las marismas, aunque esta superficie llegó al 50 % con las
inundaciones primaverales. Los calores estivales la
redujeron nuevamente al mencionado 37 %. Por el momento, el proyecto de
recuperación de este espacio natural singular lo financia Japón con un
presupuesto de unos 11 millones de dólares en una primera fase que
termina en octubre de 2005. El éxito del mismo está siendo valorado
también por la ONU que ya está estudiando su continuidad junto con
Japón.
Las marismas de Mesopotamia al sur de Iraq eran el ecosistema de agua
dulce más grande de Oriente Medio y del oeste de Eurasia, un punto
crucial para aves migratorias, pero, esencialmente, la tierra donde se
desarrolló un peculiar estilo de vida por parte de los maadans. Su
relación con el agua y su arquitectura han permanecido inalterables
durante siglos y, probablemente, pueda aventurarse que son descendientes
de los sumerios. Los mencionados maadans (ma’dan) o árabes de las
marismas viven en medio de la marisma con sus casas flotantes, a base
de cañizo que se distinguen por su caracaterística forma de arco
de bóveda. Estas construcciones son idénticas a las que se ven
reproducidas en los bajorrelieves sumerios. Un armazón de tallos de
cañas forma los arcos de la bóveda sobre los que se fijan las esteras.
En realidad, estas construcciones se asientan sobre islas artificiales,
enteramente formadas por la superposición inexorable de cañas y
estiércol de búfalo. Con bastante frecuencia, estas islas en realidad
flotan y precisan de un esforzado mantenimiento.
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Todo la actividad social de este pueblo se centra en el comercio entre
ellos que es mediante trueque pues no se utiliza el dinero y sólo unos
pocos de sus habitantes salen de la región para canjear su enorme
producción de cañas y artesanía por otros productos y utensilios. Cerca
de las casas disponen de pequeñas huertas, donde se cultiva arroz y
mijo en verano o trigo y cebada en invierno. Los maadans tienen una
organización tribal, son de religión chiíta y sus costumbres y ritos se
han conservado intactos como hace muchos siglos. Para el mundo occidental esta
región y su pueblo fue dada a conocer por primera vez en 1956, por el
explorador Wilfred Thesiger (1910-2003).
Tras la Guerra del Golfo y las actuaciones de Saddam Hussein contra los
maadans su población en la zona se redujo a menos de 10.000 personas, de las entre 200.000 y 300.000 antes de 1991, ya que con la desecación
masiva emigraron a Irán o fueron recolocados. Tras el inicio del
proceso de recuperación de las marismas unas 42.000 personas han
regresado para volver a su estilo de vida tradicional. La recuperación
de las marismas de Mesopotamia supone sin duda la preservación de lo
que algunos piensan que fue el paraíso o al menos la zona está rodeada
de las ruinas arqueológicas de ciudades como Ur, Uruk, Eridu, Larsa,
Lagash o Nina..
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