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Nos ha costado dormir. Lila, una perra de la raza catalana d'Atura, con desconocidos en su territorio y la luna llena, andaba intranquila y nos ha dado la noche.
Hemos amanecido en la finca del agricultor, filósofo y ecologista Antonio Asensio, en Santomera (Murcia). Las sensaciones han sido muchas, las primeras tienen que ver con haber dormido en una casa bioconstruida por Camilo Rodríguez, bioconstructor de los buenos. Ha sido un placer estar rodeado de madera OSB, (grandes virutas reorientadas), forrada en el exterior por baldosas de barro cocido atornilladas. Todo barnizado con aceites naturales. Vamos, todo un lujo el nuestro.
Mis sensaciones son como si hubiera estado en el mejor de los ecohoteles posibles. La biocasita está dentro de una finca rebosante de agricultura ecológica, una perra fascinante y ladradora, seis gallinas y un gallo, tres cabras y un cabrón, decenas de árboles, una balsa, dos silos de compostaje, un sistema de riego por gravedad de diseño exclusivo, una estación solar para alimentar la eficiente vida del lugar y cargar una moto eléctrica con más de 25.000 Km recorridos con energía limpia, la mayor parte gracias a la energía del sol concentrada.
Antonio es uno de los más de 800 agricultores inscritos en el comité regulador de la agricultura ecológica de la Comunidad Murciana. Vende poco ya que junto a su familia y amigos se come casi todo lo que produce su pequeña y fértil creación. Y es que en un espacio de media hectárea nunca he visto tanta vida, tanto alimento, tanta ilusión y trabajo por un mundo sostenible.
Se hizo experto en riego, se abastece de un pozo legal entre los miles de ilegales de la zona, sabe como nadie todos los trucos y ventajas de su moto eléctrica solar, y protege toda la biodiversidad vegetal y animal que puede. Cultiva por varios métodos, entre ellos el de Parades en Crestall, y cuando comenta sus resultados, me han dado ganas de hacerme unas donde sea. Pero lo más fascinante es que todo lo comparte, dando cursos para agricultores ecológicos que visitan su finca y está siempre disponible para asesorar, en lo que sabe, y para el que lo necesite para avanzar en los caminos de la sostenibilidad.
Hoy le ha ayudado Ascensión, su madre, que con la hoz abastecía de alfalfa fresca cortada a 5 metros del establillo, el apetito de los animales.
Leche, queso, aceite, verduras y mucha sadiburia es lo que recoge con gusto este activista que entre lechugas y coles me comenta el fascinante y millonario kilometraje del viaje de la luz del sol hasta el cristal de la ventana donde se transforma, por aquello de la reflexión, en un bello arco iris temporal.
Juntos hemos dejado el lugar, el rumbo a su trabajo de funcionario y atento a la llegada de su segunda hija. Nosotros, saturados de ecología en acción, seguimos ruta. El espacio que cuida en el mundo: Lat 37º 25.17 N - Long. 3º 15.31 W
Para llegar a Bullas, un pueblo del interior murciano, hemos pasado por su zona más desértica. Por el camino, las pintadas de agua para todos llenan paredes a la vista. Todo un juego sociopolítico de ilusiones para beneficio de quienes imponen seguir perpetuando un modelo insostenible de gestión acuática.
Hemos visitado la escuela taller del municipio, y lo hemos hecho por qué en ella ocurre algo muy unido a nuestro interés por las cocinas solares. En Bullas esta el único taller-tienda oficial de cocinas solares parabólicas Ksol ensambladas, todo un reto que está dando sus primeros frutos solares.
Acabamos la jornada en Guadix, provincia de Granada, visitando la nueva fabrica artesanal de Cannabric, un bloque para la bioconstrucción fabricado con fibra de cáñamo, cal hidráulica natural y una mezcla de minerales. Monika, arquitecta y ecoempresaria nos ha mostrado las virtudes de su bloque ecológico. Además, su empresa distribuye otros interesantes materiales para la construcción sostenible como la cal hidráulica y productos naturales para la protección de la madera. Un sol impresionante se despide de nosotros y otro día de intensidades en ecología en acción llega a su fin.
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