16 febrero 2004. Emulando al crítico cineasta Michael Moore (director de Bowling for Columbine) el joven director Morgan Spurlock decidió protagonizar su propio documental Supersize-me sometiéndose
al régimen McDonalds tres veces al día durante un mes. Spurlock,
oriundo del estado norteamericano de Virginia, con 33 años, 1,88 m de
altura y 83 kg al inicio del rodaje, engordó 11 kg en un mes. Su
régimen a base de Big Mac, McNuggets de pollo y batidos
de fresa así como algunas ensaladas le llevó no sólo a la obesidad sino
también a padecer del hígado y a disparar su colesterol de 165 a 230.
La dieta McDonalds la siguen mayoritariamente niños y adolescentes al
menos cinco veces por semana. Uno de cada 4 estadounidenses padece de
obesidad. El resultado es que 17 millones de la población de EUA padece
de diabetes (un 60 % más que hace 10 años) y las enfermedades
cardiovasculares y de vesícula biliar provocan estragos. El coste
sanitario anual de tratar la obesidad supone unos 255 euros por
persona. Mientras, en la República Democrática del Congo se gastan a
duras penas unos 8,5 euros por habitante en todos los servicios de
sanidad.
De momento, McDonalds para prevenir las
demandas de los obesos como las de los fumadores contra las tabacaleras
ya ha reaccionado ofreciendo comidas vegetarianas Veggie Burger a base de soja y una decena de ensaladas. Supersize-me, que
no pasa de ser un experimento comunicativo, seguro que ayuda a
crear conciencia sobre la cantidad de comida necesaria. En Europa, la organización ecologista francesa bautizada como Robin des Bois
dedicada a la defensa de los bosques ha lanzado una dura advertencia
sobre las parrilladas con leña. Dos horas de parrillada al aire libre
quemando leña pueden emitir tantas dioxinas como 220.000
cigarrillos. Sin embargo, lo peor es que demuestran que con asar
cuatro parejas de chuletas y pechugas de pavo y ocho salsichas se
alcanzan concentraciones de dioxinas alrededor de la barbacoa de hasta
0,6 nanogamos por metro cúbico (7 veces más que los niveles autorizados
para las emisiones de una incineradora de basuras). Lamentablemente, el
incremento de cáncer y otras dolencias tiene que ver en su mayor parte
con la alimentación. Por suerte, la barbacoa no es la forma habitual de
cocinar en Occidente; sin embargo, 2.000 millones de personas todavía
cocinan con leña expuestas a los malos humos y equilmando a los bosques.
Uno
de los grandes retos del siglo XXI es educar sobre nutrición, no
sólo para conservar la salud propia sino para disminuir el impacto
ecológico de la ganadería y la agricultura intensiva que corroen el
medio ambiente. Comer poco y de calidad debería ser el lema de la
alimentación sostenible.