El Parlamento Europeo aprobó el pasado 1 de julio 2003, la obligación de etiquetar todos los alimentos y piensos que contengan un ingrediente con un mínimo de un 0,9% de organismos transgénicos. La norma de la trazabilidad impone un rastreo del producto desde su origen. La nueva normativa sobre el etiquetado y trazabilidad de OMG entró en vigor el 7 de noviembre 2003. La reglamentación también establece la «presencia accidental» de hasta un 0,5 por ciento de producto con OMG no autorizado aún, pero sobre el que exista un informe científico favorable. Así mismo se ha dado luz verde a la solicitud de la empresa suiza Syngenta para que se pueda importar (aunque no cultivar) un maíz de la variedad Bt-11, que incorpora el insecticida biológico del Bacillus thuringiensis y por tanto resistente a una plaga de insectos. Sin embargo, su entrada en el mercado se producirá al final del primer semestre 2004. Actualmente, hay 22 organismos modificados permitidos por la legislación ambiental y 18 en espera de autorización, entre ellos varios tipos de algodón y de soja. Entre los productos alimentarios se señalan 16 nuevos OGM´s que circulan en el mercado comunitario y 8 están en espera de aprobación
La variedad NK603, una de las aprobadas por el Gobierno español ha sido desarrollada por la compañía Monsanto. La alteración genética que incorpora la hace resistente al herbicida glifosato, fabricado por la misma empresa y ampliamente extendido en explotaciones agrarias de todo el mundo. El análisis de riesgo presentado por Monsanto y el dictamen de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria dejan sin respuesta muchas dudas sobre la seguridad de este maíz. Por ejemplo, no se han estudiado los efectos tóxico-acumulativos, los efectos sobre generaciones futuras o sobre la salud de consumidores especialmente sensibles, tal y como exige la ley europea. Tampoco se describen los posibles efectos de las secuencias inesperadas e indeseadas de ARN que se han encontrado en los genes de este maíz: se ha demostrado científicamente que estas secuencias podrían bloquear genes vecinos. Así mismo, las investigaciones presentadas por Monsanto sobre alergenicidad del NK 603 son demasiado escasas y no cumplen las solicitudes de científicos de la UE para que se analice con más detalle el potencial alergénico de esta variedad.
En España se importa la soja transgénica de Monsanto, que se comercializa como un ingrediente que puede estar presente en un 60% de los alimentos procesados (hasta en 30.000 productos). En la última cosecha se plantaron en Andalucía y Extremadura 25.000 Ha. del maíz Bt. España con un 7 % de la superficie total del maíz cultivado, es el mayor cultivador en la U.E. de este maíz transgénico (en el 2003 sembró una superficie de transgénicos de 32.000 hectáreas de maíz Bt, con un aumento del 33% respecto a 2002). En cambio, el cultivo de transgénicos sigue prohibido en Austria, Luxemburgo y Noruega. El Gobierno Vasco ha establecido una prohibición de los cultivos transgénicos y una moratoria para la liberación de OMG en el medio ambiente. Dinamarca, Francia, Grecia, Gran Bretaña, Portugal y Luxemburgo han establecido también moratorias para algunos OMG. La pretensión de las multinacionales productoras es que en un plazo de 10 años el 80% de los alimentos que consumamos sea de origen transgénico. Esto les dará el control casi absoluto sobre la producción mundial de alimentos. Los cultivos transgénicos se concentran en Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%), China (4%), Brasil (4%) y Suráfrica (1%). Entre estos representan el 99% de la superficie plantada con transgénicos en 2003. Los transgénicos se cultivan en 7 países industrializados (Estados Unidos, Canadá, Australia, España, Alemania, Rumania y Bulgaria) y en 11 países en desarrollo (Argentina, China, Suráfrica, México, Indonesia, Brasil, India, Uruguay, Colombia, Honduras y Filipinas). En todos estos paíse ya suman unos 7 millones de agricultores cultivando unas 67,5 millones de hectáreas en el 2003 que supone un importante aumento respecto a las 58 millones de hectáreas del 2002 y no digamos si se comparan con las 1,7 millones de hectáreas de 1996 cuando se empezó la comercialización de variedades transgénicas. El número de empresas dedicadas a la biotecnología también ha aumentado notablemente y esto propicia una presión notable sobre la agricultura convencional.
La Unión Europea mantenía una moratoria de facto a los transgénicos. Esta podría , a partir del próximo miércoles 18 de febrero, ser interrumpida al autorizar las importaciones y la introducción en la cadena alimentaria del maíz NK 603, comercializado por la compañía multinacional Monsanto, con genes de tolerancia al herbicida Roundup de la misma empresa. Por us parte el pasado 16 de febrero el Gobierno español dió luz verde al cultivo de otras 9 variedades transgénicas de maiz que se suman a aquéllas cuyo cultivo está tolerando unilateralmente en territorio español desde 1998.