Nada más levantarme de la cama y mirar por la ventana, mis primeras
oraciones han sido para agradecer a la física y a la química ambiental
el supremo privilegio de andar más o menos bien de salud, intentar casi
siempre mantener la contentura y lanzar un ¡¡soleluya¡¡ por el regalo
de un cielo azul impoluto iluminado por un sol que, al estar la ventana
en la cara norte del bloque, no veo directamente pero que sé que
anda ya dándole marcha al mundo.
Ya
en el curro, no resisto la tentación y algo así como una voz de la
dimensión etérica me sugiere que en la hora del tentempié me extravíe
del camino. Abducido por ello, al rato bici dale que dale y me enfilo a
la Plaza Catalunya. Y es que es de obligado y respetuoso cumplimiento
para todo devoto de la bici rendir honores a la laica máquina y por lo
menos una vez a año visitar el efímero altar que se monta por la
congregación de la Comissió Cívica del Vianant (peatón) y de la
Bicicleta para que todos los creyentes y también los que todavía no lo
son, confirmen y encuentren sentido a su movilidad de la forma más
sostenible, saludable y relajante. La divina movilidad con la más verde
de todas las máquinas, la adorada por muchos, la suprema y frugal
bicicleta.
Ha reconfortado mis sentimientos al encontrarme con las
instalaciones de la Semana de la Bicicleta, en un día radiante y
placido. Y de forma respetuosa he recorrido el lugar, atento a las
señales que de los iconos e imágenes me pudiesen llegar.
Lo primero que he hecho es confirmarme como ciclista urbano, y ha sido de la siguiente forma: Después
de marcar sobre una mapa de la ciudad el recorrido habitual que realizo
con la bici, un biciorientador me ha invitado a que eligiera un lugar
entorno al stand que me agradara. Bici en mano y con cierto
nerviosismo me he colocado frente a unas estampas de anteriores
visitantes del lugar. Me ha indicado que me relajara y que buscase una
o varias palabras que identificaran mis sentimientos hacia la adorable
maquina. Me ha sugerido que lo apuntanse en una pizarrilla. Una fuerza
interior extraña, como un calambrillo, me ha hecho escribir rodar hacia la sostenibilidad
señalando con el dedo las estampas. Visto al cabo de un rato, se puede
parecer a una señal divina indicando que la sostenibilidad pasa
por la universalización del uso de la bici. Una sonrisa y ¡¡toma
flash¡¡, he quedao inmortalizado para el resto de la vida o por lo
menos hasta que se pierda el archivo de la cámara digital. Y es que a
todo el que viene con la máquina y se somete a la confirmación le piden
que se retrate para un bello proyecto de ciudadanos con sus bicis y sus
sentimientos escritos hacia ellas, es la genuina exposición interactiva
de Barceloneses con Bicicleta. ¡¡Atención, no te la pierdas¡¡ Allá te
están esperando, a ti y a tu compañera rodante. He dado las gracias por
el haberme facilitado el bicicamino más recto en mi confirmación
biciclera y he seguido con la emocionante visita al lugar. Y una cosa,
como se suele hacer con los fieles, hay premio. Una práctica pinza para
recogerte el pantalón durante el pedaleo.
Las enseñanzas de la simbólica Iglesia de las Dos Ruedas y la Alegría
están esparcidas por la amplia acera. Algo parecido a 12 Ángeles
metálicos, despliegan los buenos consejos que la orden pedalera lanza a
sus seguidores. Seguridad, convivencia, infraestructuras, movilidad,
cultura, participación, objetivos... Se trata de la exposición Barcelona, Ciudad de Bicicletas
que muestra lo que se esta haciendo en la ciudad a favor de la bici y
lanza un montón de razones para que cada uno de nosotros prediquemos
cada día con el ejemplo.
Estar un rato en el lugar me ha
permitido enriquecer mis conocimientos bicicleteros urbanos. Ha llegado
al lugar una pareja de guardias urbanos a pedales de sus bicis
"urbanas" y con vestimenta profesional. Me he enterao que en algunos
distritos patrullan cada día. En la zona centro son dos parejas por
turno, o sea 8 urbanos a pedales. En otras zonas de la ciudad es
durante el período estival cuando realizan sus labores. Mientras se
confirmaban, les he tirao un retrato. Luego ha llegado Amadeu, con su
espectacular bicicleta con sidecar y sus dos perrillos. Parece que se
lo pasa de lo lindo paseándolos y disfrutando de su limpio medio de
transporte y disfrute urbano. Me dice que mucha gente le pregunta sobre
tan curiosa y práctica utilidad, y con orgullo comenta que ya lleva más
de 20 años utilizándolo y que cada vez esta más contento,... los
perrillos hasta presumían. Un rato después ha aparecido
otro ciclista urbano curiosillo, de profesión mensajero. Comparte su
adoración por la bici con el rodado tranvía, al que defiende con pasión
inusitada. Ha enseñado su bici, que es de las clásicas con frenos de
varillas y la tiene en perfecto estado de revista. Tiene un timbre
especial que se activa con el rozamiento de la rueda y un faro de alta
tecnología que saca impulsos eléctricos desde un minialternador
instalado en el eje de la rueda. Mira si tiene pasión por el tema
que llevaba en su mochila una maqueta de tranvía de los antiguos que
corrían por la ciudad. El paisano también se ha confirmado, y sus
sentimientos escritos se salían de la pizarrilla. Y es que en un rato
me lo he pasao bicibomba viendo parte de la diversidad humana creyente
en la santa máquina verde.
El espacio no me ha dejado de
sorprender. Como taburetes tienen unos cómodos e innovadores sillines
de bicicleta, claro. Uno de ellos resulta que es el Duopower, el mismito modelo en el que yo coloco mis posaderas liberadas de rozamientos y presiones. El Duopower
va divino, doy fe de ello. Si pasas por allá podrás mínimamente sentir
algo de las nuevas sensaciones y grandes ventajas para la salud que
este invento ofrece. El fabricante comenta que pueden necesitarse hasta
10 días para adaptarse y disfrutar del cambio.
Y para acabar contando impresiones de tan devota
visita, que se sepa que también hay un servicio de Inspección Técnica
de la Bicicleta (ITB), que es gratuito mañana miércoles, y donde los
ciclistas podrán dejar su bicicleta por la mañana y recogerla por la
tarde con una valoración del estado del vehículo y una revisión general
de la misma. Y aquí no acaba el tema, y es que en una fiesta mayor en
honor de Nuestra Laica Bicicleta no puede faltar el sarao para los más
pequeños con juegos infantiles y talleres de mecánica el sábado por la
mañana. Dos salidas nocturnas, para los propensos a pecadillos y
además la retirada de un carné que otorga la asociación Cor
Eixample, que permite sumar puntos de descuento en muchos
establecimientos de este distrito de la ciudad siempre y cuando uno
vaya a comprar en bici. En fin, todo para eliminar las excusas que
puedan poner los no bicicreyentes.
Justo enfrente del espacio de
celebración está uno de puntos que el Forum de las Culturas ha
destinado al alquiler de sus bicis. Un autobús obsoleto transformado en
parking almacén rodante me ha parecido un aprovechamiento estupendo,
aparte de lo simbólico. Por cierto, 4,5 € la hora me parece un robo y
una falta de consideración a la cultura del pedaleo. Eso por parte
de quien lanza el mensaje publicitario rebosante de la palabra
sostenibilidad. Claro que aquí, quizás la sostenibilidad sólo sea
para los más ricos.
Me he despedido. Pero vuelvo estos días a la
Fiesta Mayor de la Laica Purísima la Más Limpia de Todas las Maquinas y
oleeeé. Claro, que si no estás cerca de Barcelona, puedes apuntarte
como la gente de aquí hace sus celebraciones y quizás en tu localidad
puedas evocar festiva y activamente el que también se celebren fiestas
mayores para todo lo que sea sostenible, que cada vez es más
necesario.
¡¡BICILUYA¡¡ ¡¡BICILUYA¡¡
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