Un día de bandera ha premiado a los CONBICIs, cielo azul y sol bondadoso es lo que más gusta cuando se comienza un domingo con ruta cicloturista por la ciudad.
A las 10 de la mañana al punto de encuentro iban llegando los trabajadores de defensa de la bicicleta, dispuestos a dejarse llevar por la excelencia de los guías amigos de Amics de la Bici. La subida a Montjuic es merecedora de ser pedaleada cuando a tu ciudad vienen gentes con ganas de disfrutar de la bici, de los espacios relajados y de los horizontes urbanos.
En la ruta ha habido paradas ante edificios emblemáticos y curiosos, en miradores que impresionan sobre vista de la ciudad, hasta la visita con conjeturas incluidas sobre el flechazo que prendió el pebetero de aquellos juegos que dejaron la montaña modelada con toques de modernidad ciclópea.
Como en toda buena familia no podía faltar la foto. Con el antenón cibernético de fondo y los CONBICIs frente al estadio olímpico ha sido el sitio elegido. Y como en toda ruta de nivel amistoso, la subidita hasta el Castillo de Montjuic, ha sido de culto, menos mal que se andaba tranquilo. Para mí ha sido la primera subida integral por accesos novedosos, bordeando el fantástico e innovador Jardín Botánico (absolutamente recomendable su visita para toda persona romántica, naturalista, curiosa, inquieta, con bici o sin ella). No había circulado hasta hoy por estos lares, o sea que eso de descubrir lo cercano es tan real como cierto.
Ya en el Castillo de guerreros militares, fortaleza ganada por el pueblo cuando ya han pasado los miedos y temores a que bárbaros e invasores tomaran la ciudad, quedan todavía cañones de impacto y la dureza de todo lo defensivo. Debo comentar que desde aquí y a lo largo de la historia más de una vez se ha bombardea la ciudad revuelta. Ciudades de otras guerras lejanas y cercanas por momentos aparecen en visiones dolorosas.
Las vistas sobre la ciudad son de culto y totalmente recomendable para otear el bicho humanoide que respira a los pies. Destaca el pergolón fotovoltaico del Forum, el nuevo monumento fálico para oficinas de los negociantes del agua, la sierra de Collserola con el Tibidado ocioso, los limites que no acaban por que cada vez la macha de urbanidad va conquistando terrenos que en días lejanos fueron fértiles.
Tienen los dominios del castillo tramos ciclables de lujo, y darse el volteo por el lado externo del foso, donde no hay cocodrilos, es un placer. Pero hoy ha llegado a ser supremo cuando al girar nos hemos encontrao con un gaitero bicicletero de primer nivel. Usuario de plegable, el buen hombre se sube a ensayar vestido para la ocasión y digo yo que para no molestar a nadie, al contrario, alegrarle la visita con cierto toque marcial a intrépidos caminantes o ciclistas. Pues bien, nos ha ofrecido el paisano una par de piezas, que sonaban a música celestial en tan antiguo y dolorido espacio, ahora ganado para la Paz. Los de Amics de la Bici le han invitado a que se pasara por el local y le han entregado el ultimo boletín, una sonrisas nos han despedido.
Y es que esto de ir descubriendo lugares se las trae; los guías biciAmics nos han llevado a la Caseta del Migdia, una construcción reutilizada, en medio de un pinar, ahora habilitada como bareto para placeres urbanos pero desde donde es imposible otear la ciudad. Como dicen los del lugar, estarás cerca, pero te sentirás bien lejos... Recomendable comerse el bocata en su terraza salvaje. Justo al lado comienza un extremo del Cami del Mar, una reciente ruta sendero que a los pies del murallón sur del castillo, hace como si volaras sobre el puerto, la zona de containers (un millón llegan al año y la gran parte de ellos cargados de cosas que trae la globalización, generalmente desde lugares donde los humanos son explotados para que los privilegiados compren barato...). pero esto no suele quitarle emoción a las vistas.
La bajada se ha realizado por jardines bien cuidados, y pedaleando hemos llegado a un lugar de comidas desde donde no se ha tardado mucho en estar a pie de mesa de trabajo para finalizar los puntos que toda asamblea de gentes serias suelen tratar.
He tenido la sensación de estar en el congreso de los diputados bicicleteros, por el rigor de sus propuestas y la calidad de sus objeciones y sugerencias. He estado al lado de los representantes de miles de ciclistas urbanos y he gozado oyendo y viendo como lo humano se une a una de sus creaciones tecnológicas con aprecio, con ilusión, con estrategias y con amor. Ha sido un privilegio compartir con los CON BICI las mismas ilusiones y biciactivismo POR LA BICI.
La reunión ha acabado con cena en lugar especial, Can Masdeu, una masía ocupada por gentes de bien donde se demuestra que otra manera de vivir la ciudad contra la especulación y los privilegios de unos pocos, es posible. Absolutamente recomendable la visita a sus huertos y no debería nadie perderse su taller de reparación de bicicletas y la lavadora a pedales.
Con la bici y dos buenos CONBICI amigos, hemos atravesado la noche urbana cuando comenzaba a lloviznar, después de 10 km. cada uno por su lado. Me despido de Teo, al que le quedan todavía 20 kilómetros más para llegar a su destino.
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