planta árboles bajo los que sabe muy bien que nunca se sentará.
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Una persona empieza a descubrir el significado de la vida en el momento que planta árboles bajo los que sabe muy bien que nunca se sentará. |
(David Elton Trueblood) |
Hay
muchas preguntas cuya respuesta la damos en función de los beneficios
que uno puede obtener. Ponerse paneles solares en el tejado para
fabricar electricidad verde invirtiendo menos de lo que vale un coche
utilitario no lo consideramos a menos que nos aporte alguna ganancia.
Sin embargo, por cada kilowatio de electricidad verde que se inyecta en
la red eléctrica hay uno de origen nuclear o generando gases de efecto
invernadero que debería dejarse de producir. De media, las personas de
regiones más desarrolladas de nuestro país consumimos unos 2,4 MWh/año.
Una instalación de 8 m2 de paneles solares puede convertir la luz solar
en 1,2 MWh/año de energia limpia y su inversión no supera los diez mil
euros. Por este precio nuestros paneles fotovoltaicas producirán
electricidad verde por más de 25 años. En otras palabras, por una
inversión de cuatrocientos euros anuales contribuimos a evitar durante
su vida unas 13 toneladas de dióxido de carbono. La media española se
sitúa en casi 4 tn/año por habitante. La cuestión es si la vida de
nuestros hijos merece este esfuerzo. Hay inversiones necesarias de las
que no podremos gozar. Sin embargo, el futuro no es sólo la
consecuencia inevitable del azar sino, que en buena medida, es fruto de
nuestro esfuerzo para que este sea realidad. Los bosques están
perdiendo biodiversidad precisamente porque se aprovechan en turnos de
tala a escala de la vida de un individuo en lugar de programarse para
el disfrute de las generaciones venideras. Igualmente, pasa con las
cosas que construimos. Para que sean más baratas su durabilidad se
reduce enormemente. Deberíamos ecodiseñar, en el sentido de alargar la
vida de nuestros enseres y de que los materiales y recursos invertidos
puedan fácilmente volverse de nuevo al ciclo productivo al final de su
vida útil. Pero, una vez más, nos importa poco la herencia que legamos.
Los problemas ambientales que generamos hoy no los padeceremos
nosotros. De la misma forma que las soluciones y las inversiones en la
actualidad serán también a beneficio del futuro. No comprender esta
forma de actuar demuestra la excesiva inmadurez social colectiva y
amenaza sin remedio el futuro de la civilización humana. No es tan
complicado actuar hoy sin esperar más recompensa que la de saber que el
esfuerzo es justo y necesario para los seres amados que nos sucederán. |
Changed
09/02/2017