Estamos aquí para despertar de la ilusión de que estemos separados
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Estamos aquí para despertar de la ilusión de que estamos separados |
Thich Nhat Hanh |
La
declaración de independencia americana de 1776 podría haber sido
adecuada en su tiempo y su contexto. En tiempos de esclavitud,
colonialismo e imperialismo, es correcto y adecuado que los
colonizados se levanten por su dignidad y reclamen su derecho a no ser
oprimidos. Sin embargo, ahora, en plena era de la ecología esta
amaneciendo una conciencia nueva. Tras las múltiples crisis medio
ambientales, se impone redescubrir la vieja sabiduría de que dependemos
el uno del otro y dependemos de los costumbres de la naturaleza. Dependemos de la tierra. La revolución industrial, los descubrimientos científicos e invenciones tecnológicas han creado la ilusión que nosotros, la raza humana, somos los gobernantes, que podemos tomar las leyes de la naturaleza en nuestras manos y hacer con ellas lo que queramos. Somos los maestros de la creación; estamos a cargo del mundo natural – sus bosques, ríos, montañas, peces, animales, pájaros, petróleo, gas, y carbón Tenemos el dominio sobre la tierra, los océanos y el cielo. Podemos fisionar el átomo, crear ingeniería genética, y caminar sobre la luna. Podemos eliminar para siempre a los salvajes, esclavizar los animales, y agotar las fuentes de energía que han sido acumulados durante milenios. Nuestro poder no tiene limites. Esto es la arrogancia humana en su peor forma. Como resultado hemos convertido una abundancia de regalos naturales en una escasez. El tiempo es infinito, sin embargo lo hemos transformado en un producto limitado. Hemos reducido la Tierra, nuestra planeta, nuestro hogar, en un campo de batalla donde estamos competiendo por materiales, mercados y poder. Ahora estamos en un cruce de caminos. Podemos seguir el mismo camino. Podemos seguir viviendo bajo la ilusión del crecimiento económico perpetuo. Podemos seguir con nuestra adicción tecnológica. Podemos continuar con la genética, la robótica, y las técnologias nano y nuclear. Podemos tomar el camino hacia la ruina. Podemos conducir hasta el abismo. O podemos dar la vuelta hacia la ecología: el camino de los valores, de la ética y la estética, el camino del amor y la reverencia por la naturaleza, el camino de la ciencia participativa. Podemos renunciar al conocimiento que nos facilita tratar al mundo con prepotencia, como los chinos en la edad media cuando descubrieron la pólvora pero decidieron usarla solo para cohetes; podemos ser sabios y decir que ya es suficiente. Para sobrevivir y para una buena vida necesitamos humildad. Venimos de la tierra y volveremos a la tierra. Somos parte de la naturaleza ni encima ni separados de ella. La naturaleza es la fuente de toda vida: la fuente de la alegría y la celebración, la fuente del arte y la imaginación, la fuente de la poesía e la inspiración, la fuente de las técnicas e las invenciones. La tierra nos da experiencia en el tiempo y el espacio, nos da las estaciones y el cambio. Trabajamos y descansamos respondiendo a los ciclos de la tierra. La tierra nos concede un sentido de lugar del cual deriva nuestra identidad y sentido de pertenencia. La tierra es la fuente de la música, el baile y la alegría. Es la fuente de la belleza, la sabiduría y la perspicacia. Para nuestra existencia y experiencia, para nuestra felicidad y salud, para nuestra nutrición y alimento, dependemos de la tierra. Dependemos del amor del bienamado, de la belleza de lo bello y de la bondad de los bondadosos. Abrazando vulnerabilidad y humildad, declaremos nuestra total dependencia de la tierra y el uno del otro: tú eres, entonces yo soy. |
Changed
09/02/2017