|
|
Este
no ha sido un año fantástico como habréis podido comprobar los lectores
de este diario que ha quedado tirao a la cuneta por un exceso de
trabajo. De todas maneras prometo enmendarlo a la vuelta de vacaciones.
El merecido descanso no será ni en un viaje intercontinental, ni en un
crucero de placer o una playas de ensueño. Prefiero un descanso
alternativo más saludable para el espíritu y agradable para el corazón.
Podría haber escogido alguno de esos campos de trabajo solidarios
colaborando en proyectos de cooperación, campos de trabajo ecológicos,
ecoturismo, etc. Este verano he elegido asistir a un campo-taller
de convivencia y aprendizaje en la bioconstrucción y la vida
sostenible. Será un mes de trabajo combinado con talleres variados
sobre como avanzar en la vida simple en un lugar perdido de la provincia de
Lleida. Ya comentaré de su evolución.
Una vez más como todo inicio en un viaje cuyo objetivo es aprender
sobre la vida sostenible debía empezar con tren y el apoyo de la bici plegable.
Tomo un tren Regional-Exprés que me lleva de Barcelona a Lleida y de ahí otro
hasta Balaguer desde donde con la bici y un pedaleo comodón me acerco
en menos de una hora al lugar de destino.
El viaje en tren convencional es siempre una gozada. El trayecto de
Barcelona a Lleida se hace a través de Tarragona y Reus y atravesando
la angustura de la La Riba por el que el tren se cuelga por un rato de
la montaña para luego adentrarse poco a poco a la planicie de Lleida.
Aprovecho para leer relajado y asomarme por este escenario paisajístico
variado. En tres horas el tren habrá agotado los menos de 200 km por el
que he pagado 9,75 euros. La otra alternativa era tomar un Altaria,
esos trenes Talgo que pretenden emular a la alta velocidad que por el
momento sólo está disponible en baja velocidad de Lleida a Madrid (dicen
que llegará a Barcelona hacia el 2008, pero ni de coña a los 350
km/h prometidos). Pero, de momento, entre Barcelona y Lleida uno puede
pagar el doble del precio pero, eso sí, uno se mete no en la modernidad
sino en el elitismo absurdo.
El tren Regional-Expres (lo que hacen los nombres!!) entra en la llamada
estación de Lleida-Pirineos (los Pirineos están a más de 150 km de esta
capital, pero el marketing es el marketing). La majestuosa markesina da
cobijo al mundo AVE todavía gestándose y de hecho toda la estación se
ha diseñado para mayor gloría de este engendro que nunca nacerá verá
luz de los 350 km. Por ahora, los expertos más lisonjeros aseguran que
no volará a más de 250 km y no será un competencia para el negociazo
del Puente Aéreo Madrid-Barcelona (tan amigo del Protocolo de Kioto).
De todas maneras, Grandes Líneas Renfe ha
convertido la estación de Lleida-Pirineos en su particular feudo donde
los demás trenes son casi una molestia al fasto de un AVE que da risa incluso siendo feto.
Para que se note tanta congruencia esta estación dispone de un pésimo servicio
ferroviario convencional. Sólo los Talgo-Altaria parece que tienen
derecho de pernada para circular entre Barcelona y Lleida. Talgo y
Renfe mantienen un feliz matrimonio contra todo tren y exhiben sus miserias en el
“pato” o modelo de AVE diseñado por Talgo aparacado en el andén más cercano a la
jaula de cristal de la estación prohibida de Lleida-Pirineos.
Esta estación de tren, imaginada como símbolo del renacer de Lleida ha
sido ampliamente fotografíada en los medios de prensa puesto que fue el
inicio de las vergüenzas del prometido trayecto AVE veloz. En fin, que
también a mi me apetecía llevarme un recuerdo de tan singular bódrio
ferroviario. Por suerte pude tomar la instantánea de la estación vacía hacia las 16 horas
antes que un energúmeno de las SS (Sevicio de Seguridad) se lanzara sobre mi cual
terrorista preparando su atentado y advirtiéndome la prohibición de tomar
fotos de nada. Lo mando a freír espárragos, aunque guardo la cámara para
evitar un altercado y no perder el viejo y cuchumbroso automotor
que me llevará de la majestuosa Lleida-Pirineos a la abandonada y tercer
mundista Balaguer (todo un contraste en menos de 30 km). Claro que mis
aventurillas en esta estación ya habían empezado cuando me dirigía a
abordar una de las tres ventanillas con amargadas empleadas y sin
viajeros que las molestaran. Uno piensa que lo lógico es cuando las taquillas están
vacías es simplemente dirigirse a una de ellas, pero no. Me conminan a tomar “mi
turno” y me advierte que ya veré por el display quien me atiende (no todas pueden sacar todo tipo de billetes!!).
Alucino cochinillos. Le pido el billete de ida y vuelta que cuesta
poco más de 2 euros y casi me lo echan en la nariz por hacerlas trabajar por tan
miserable billete y no adquirir un billete de Grandes Líneas
(la dueña feudal del lugar). Curiosamente no hay máquinas expendedoras
ni terminales como en otras estaciones de tren convencionales. Aquí la
modernidad va calzada de rancio feudalismo. AVE AVE!!
El acceso a las vías es deplorable. Los trenes “regionales” están
aparcados lo más lejos del hall, aunque la estación esté vacía, o sea en las vías más alejadas de la
entrada. Anuncian su vía de salida sólo por una maltrecha megafonía,
menos de 5 minutos antes de su partida. En el display horario aparece
la hora pero no la vía de salida (parece que les da vergüenza que no
tengan más "patos" en el corral). En fin, que más fijarse en los lugareños o pierdes
el tren puesto que del hall a la vía de salida casi se tardan 5 minutos
con fardos. Todo es “seguridad”, un bonito ejemplo de una estación del
anunciado “mundo feliz”. Así que llego al tren dos minutos antes de su
partida y con el tiempo justo de subir los fardos y la bicicleta antes
de tomar la instantánea de la “estación prohibida” (incluso en Pekin
dejan sacar instántaneas al turista que toma el transiberiano). De
fotografiar el vetusto tren también me advierten que ni de coña, que se
precisa un permiso de la autoridad ferroviaria. Está claro que los
dirigentes de esta estación feudal son como los padres de hijas
adolescentes que ven a todos los “machos” como potenciales violadores
de las mismas y que si pudieran los castrarían a todos para evitar
problemas a sus hijillas amadas.
Por suerte el automotor apestando de fuel se lanza por la vieja vía que por el
momento muere en Balaguer a espera que la Generalitat renueve el tramo
hasta la Pobla de Segur que le fue cedido por Renfe hace unos meses por
imperativo político. Renfe ya no es la empresa de servicio público que
la ministra Mercé Sala hace años transformó en moderna y casi modélica.
En los últimos 8 años de gobierno conservador se ha convertido en algo
que prefiero no argumentar por depasar el objetivo de este diario. Sin
embargo, Lleida-Pirineos, la estación prohibida es una catedral férrea
digna de ser visitada porque en ella se concentran todas las
incongruencias que un ferrocarril del siglo XXI debería haber superado.
Resulta gracioso, por no decir trágico, que mientras otras capitales
catalanas tienen un servicio ferroviario aceptable Lleida-Pirineos ha sido todo lo contrario con
la llegada del AVE. Sirva pues de advertencia de cómo la alta velocidad
fagocita el verdadero espíritu “popular” del tren para convertirlo en
un transporte elitista. Por suerte, en Balaguer uno es libre y si
comparo los 30 minutos por 30 km de recorrido uno aprecia que el viejo
automotor lleva la velocidad de crucero de los trenes regionales entre
Barcelona y Lleida. Me río por no llorar.
La moraleja de mi paso por la “estación prohibida" de Lleida-Pirineos es
que estemos atentos a lo que la privatización del servicio ferroviario
puede traer. Por reducir el tiempo de viaje en sólo un 30 % el billete
vale el doble; el acceso al tren es peliculero en cuanto a medidas de "seguridad" y no se os ocurra
llevaros según que equipaje, porque os apean del tren. El AVE y los
Altaria son para las corbatas y los tacones finos. No hay duda amigos, Lleida-Pirineos es un buen ejemplo de lo que la
privatización del tren va a conseguir.
En fin, empiezo a pedalear
al lado de la vía abandonada del tren interrumpido con destino a La
Pobla de Segur que se atenderá con material de segunda mano según leo
en un periódico local en un bar de Balaguer antes de partir con mi bici.
Y mientras ya el viejo automotor va quedando lejos me imagino que
cuando la alta velocidad llegue a Barcelona seguramente a la estación
de Reus la rebautizarán como Reus-Puerta de la Aventura, a la de
Tarragona como Tarragona-Costa Daurada o a la de Barcelona-Sants como
Barcelona-Gaudi City…
Continuo pedaleando y me queda claro que
necesitaba vacaciones. Ahora todas mis energías serán para la
bioconstrucción y la vida sostenible, algo más útil para olvidar por
unos días tanta estupidez…
|
|