No dudo que para ser receptor de un premio Nóbel de la Paz, igual
que de cualquier otra modalidad, no es moco de pavo ya que para llegar
a ellos se lo tienen que haber ganado y haber dejado traza social
suficiente y evidente de sus méritos. Es sin duda el Nóbel más pacífico
el que lanza un mensaje más amplio y globalizador en el espectro social
por lo que esas tres letras simbolizan. De los de medicina nos llegan
en ocasiones notas sobre avances complejos, de los literatos autores en
ocasiones desconocidos y que quizás no hayamos leído nunca los que no
leemos mucho, en los de economía, bueno aquí siempre me pierdo. Pero
eso sí, el de la Paz, este siempre me seduce porque pienso que sin el
anhelo de los valores que representa el término todos los demás campos
poco tienen que aportar. De forma simbólica, donde hay Paz todo lo
demás se puede desarrollar de forma óptima. También el término se las
trae, hasta ahora los pueblos que hemos llegado a vivir más o menos en
curiosa Paz no ha sido sino después de pegarnos muchas ostias entre
unos y otros.
Bueno, si el año pasado el comité encargado de premiar decidió que la concesión del Nóbel de la Paz 2004
se le otorgaba a Wangari Maathai, por su contribución al desarrollo
sostenible, la democracia y la paz, este año 2005 no es lo mismo. El
año pasado, muchos millones de humanos conocimos por primera vez el
rostro y el trabajo de una mujer africana situada al frente de la lucha
para promover el desarrollo cultural, económico y social ecológicamente
viable en Kenia y en África. Para esto, la Nóbel pacífica Maathai
adoptó un enfoque global del desarrollo sostenible que comprende la
democracia, los derechos humanos y los derechos de las mujeres en
particular. Ella, desde su lugar decidió trabajar en aquello de piensa
globalmente y actúa localmente. Y para tocar desde la raíz a las
problemáticas ambientales y sociales fundó el Movimiento Cinturón
Verde, con el que ha movilizado a compañeras de especie, siempre
pobres, porque pobreza y África son lo mismo, para plantar 30 millones
de árboles durante casi los últimos treinta años. Y esto es quizás lo
más vistoso, pero hay mucho más en sus avatares de activista, y me
alegró mucho que alguien que ha unido ecología y medioambiente con
justicia social en la apartada África, ofreciera al mundo con potencia
su mensaje desde el momento de ser galardonada. Si quieres conocer más
a Wangari y sus ecopacificaslabores, aquí su web.
El
otro día lo primero que se me pasó por la cabeza al oír el nombre de la
organización del premio que celebra la Paz, es que algo no cuadraba.
Energía nuclear y paz nunca han hecho y nunca harán según mi sentir,
una buena pareja. Son simplemente una pareja imposible.
El Nóbel de la Paz 2005 le ha tocado a la OIEA (Organización Internacional para la Energía Atómica), toma ya. No
sé si te acordarás de las mentiras sufridas por todos y contadas por
los sinvergüenzas de Bush, Blair y Aznar respecto a las armas de
destrucción masiva de Irak, seguro que sí. Fue la OEIA la que les
plantó cara en la ONU, ya que allá al pueblo soberano con las segundas
reservas de petróleo del mundo fueron los muchachos y allá no
encontraron nada. Por aquí vale, hasta un ¡¡oleeé!!, les doy.
Pero
mira que cosas hace la susodicha. Por ejemplo, lanza a la opinión el
que sus inspecciones impiden el acceso al arma atómica de los países
que han firmado el TNP (Tratado de NO Proliferación), que son 8 países;
mira por donde los 5 grandes son EE.UU, Rusia, China, Francia y Gran
Bretaña y los que se han incorporado no hace mucho, India y Pakistán
(nada amigos) e Israel. Curiosamente, ninguno de ellos respeta sus
compromisos por el desarme nuclear y los hay que no han recibido
todavía ninguna famosa inspección de la agencia. Eso si, presionan a
los que los países que no son amigos pero si juegan con los átomos como
Irán y Corea del Norte, entre otros.
La OIEA se dedica a la
promoción de la energía nuclear “civil” que va muy bien a los países
que quieren acceder al arma atómica, olvidándose siempre de los riesgos
y los residuos generados en las centrales nucleares. Para ello se
encarga de esconder a la opinión pública las verdades sobre la nuclear
y sus consecuencias. A principios de septiembre emitió un informe donde
daba a entender que las consecuencias de Chernóbil no fueron tantas
como parece, vamos como que son hasta ridículas, aunque millones de
personas estén hoy en zona de riesgo radioactivo. Si tienes tiempo
mírate la expo fotográfica Niños de Chernóbil, ya veras como algo no cuadra.
Atómico Nóbel de la Paz 2005..., ja, ja (II)
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